Relato completo: 40 días después de la crucifixión
Cuando
Jesucristo dice tengo sed, Martha, hermana de lázaro, le da de beber la fórmula
de la divinización, con la que los faraones entraban en estado cataléptico para
luego despertar de la muerte, y aparecer frente a sus súbditos como verdaderos
elegidos por Dios para gobernarles, con poder para resucitar y regresar de la
muerte.
Esta bebida fue
la misma que Martha preparó a su hermano, usada para bajar la fiebre, como
último recurso; y es por ello que Jesús dice: “Lázaro en realidad no
está muerto, está dormido, pero yo voy a despertarle (Juan 11,11)”
En la pag 328 del
libro VIDA OCULTA DE JESUCRISTO, se puede leer parte de los apuntes del apóstol
Andrés, escriba del grupo:
“José, ayudado
por su amigo Nicodemo, también sacerdote del sanedrín, condujeron el cuerpo a
la tumba privada. José y Nicodemo descargaron el cuerpo en la loza sepulcral, y
procedieron a desenvolverlo para ungirlo con mirra, según la costumbre.
Al desenvolver
el lienzo, se dan cuenta que, durante la bajada de la cruz, la quitada de los
clavos, y en el trayecto del Gólgota al sepulcro, las heridas se volvieron
abrir, sangrando profusamente el sudario. Ambos se miraron sorprendidos, y, sin
embargo, procedieron a limpiarle las heridas.
Nicodemo, con
voz entrecortada, y sus ojos humedecidos, dijo a José:
-José, nuestro
Maestro está vivo, mira cómo sangran las heridas mientras las limpiamos. Las
manos de Nicodemo temblaban de la emoción, y mientras ayudaba a limpiarlo,
apenas acertó decir:
-Los muertos no
sangran mi querido José, nuestro Maestro duerme en un estado parecido a la
muerte.
Estos dos buenos
hombres no tenían ya la más mínima duda de que por el momento el amado Maestro
continuaba con vida. Nicodemo correría en busca de plantas anti-inflamatorias y
cicatrizantes para sanarle mientras fuera el momento de despertarlo. Nicodemo dijo emocionado a José que iría a
comprar todo el aloe vera que pudiera encontrar. Cerca de la tumba, Nicodemo
vio unas cenizas que habían quedado de la quema
de una planta llamada Fagonia Mollis, e inmediatamente cogió lo que más
pudo entre sus manos y se devolvió a la tumba y le pidió a José que
pusiera ceniza en las heridas de Jesús,
y le indicó dónde encontrar más. Mientras transcurrían los minutos, José observaba
que el cuerpo de Jesús no endurecía, como suele suceder con los cadáveres;
José, con más esperanzas, curaba las heridas con cenizas de Uraca como también
es llamada dicha planta.”
Pocos minutos
después de una hora, llegó Nicodemo muy agitado, con mucho aloe y mirra. “Llegó Nicodemo,…y trajo…áloe, como unas cien libras” (lo confirma Juan
19, 39)
Según los
apuntes de Andrés dados en el Libro de Urantia, se relata lo sucedido el domingo en la madrugada, de la siguiente
manera:
José de Arimatea
madrugó para ir solo al sepulcro y alertar a Nicodemo y ver qué podían hacer antes de que llegaran las
mujeres que querían preparar el cuerpo de Jesús. José de Arimatea y Nicodemo,
al ver que las heridas habían secado y que su respiración era normal,
decidieron despertarlo, moviéndolo y hablándole
suavemente para que no se exaltara al despertar.
Jesús despierta,
y sorprendido, pregunta:
-¿O
sea que lo de la crucifixión fue una cruel pesadilla?
José,
emocionado, le responde:
-Nuestro Padre
de los cielos quiso que no murieras aún. Como podrás ver, estamos en un
sepulcro.
Jesús dijo:
Gracias a los dos. Gracias Padre por haberme librado
de la muerte a manos de necios y ciegos.
-¿Qué harás,
Maestro?, preguntó Nicodemo
-Me
ocultaré. Necesito nuevas vestiduras y nuevo aspecto —respondió
Jesús.
-Iré
inmediatamente por navaja y vestiduras. --respondió emocionado, José.
En menos de una
hora, José había ido y regresado con todo lo necesario. En menos de 40 minutos
Jesús estaba vestido con vestiduras similares a las de un humilde jardinero,
estaba afeitado y con el cabello corto. Quedó prácticamente irreconocible para
cualquier pariente o amigo.
El cambio debía
ser radical para no ser reconocido fácilmente. Sólo los que escucharon su voz
lo reconocieron después de mirarlo muy bien, dice el Nuevo Testamento. No podía
correr riesgos.
-Salgamos
inmediatamente de aquí.
--dijo Jesús
Entre cinco y
cinco y media de la mañana, los tres escucharon pisadas de personas, y al
comprobar que se acercaban a la tumba, decidieron esconderse, pero no tuvieron
tiempo de ayudar a Jesús a que se escondiera, de modo que se quedó recostado de
espalda contra una roca mientras los otros dos se escondieron en un matorral.
Amigo lector del
siglo 21, era claro que Jesús tenía que desaparecer de Palestina. Era, al fin y
al cabo, un hombre perseguido. Para no ser descubierto, decide un cambio total
en su aspecto exterior, como lo demuestra el texto del Evangelio de Marcos. "Después de esto se mostró en otra forma (figura distinta) a dos de
ellos que iban de camino y se dirigían al campo” (Marcos 16,12);
aquí se refiere al encuentro con dos campesinos camino a Emaus. Además, en Lucas 24, 15 dice: “…el mismo Jesús se les acercó e iba con ellos,
pero sus ojos no podían reconocerle”
“Hasta el día en
que fue arrebatado a lo alto después de haber dado instrucciones a los
apóstoles que había elegido, a los cuales, después de su pasión, se presentó
vivo, con muchas pruebas evidentes, apareciéndoseles durante cuarenta días
y hablándoles del Reino de Dios” (Hechos 1, 2-3 del N.T. Niceno)
“A esos mismos
enviados, después de padecer, se les presentó vivo, con muchas pruebas
convincentes, dejándose ver por ellos durante 40 días y hablándoles de lo
referente al Reino de Dios” (Hechos de los enviados, Lucas (parte II) Prólogo,
1.1, del Nuevo Testamento Original traducido por Hugh J. Schonfield página 187,
excluido en el Concilio de Nicea.)
En ambas citas
bíblicas dice: “Se presentó vivo”, no dice: se les apareció como un fantasma;
esa es una interpretación realizada como producto de más de mil años de
adoctrinamiento.
A continuación
transcribiré textualmente desde la página 333 a 335:
Reencuentro con parientes, asociados y seguidores
Entre el domingo
9 de abril cuando Dios le salva de morir en la cruz, y el jueves 18 de mayo
cuando parte hacia el exterior, transcurrieron 40 días. En estos 40 días Jesús
realizó varias supuestas apariciones, que en aras de la verdad es más acertado
llamar encuentros con parientes, apóstoles, asociados, y seguidores del
movimiento político teocrático «Reino de Dios», también conocido como «Nuevo
Reino» o simplemente «El Reino».
Por motivos de
seguridad, Jesús no se presentó ante sus enemigos ni tampoco ante personas que
pudieran delatarlo, como así lo hace constar el Nuevo Testamento niceno.
Es correcto
decir que Jesús, después de la crucifixión, realizó varias reuniones y luego
subió de Jerusalén a Galilea y después ascendió a la India, por el camino de
Damasco.
Si Jesucristo
hubiese resucitado como un ente divino, espiritual, no carnal, no en cuerpo
humano físico, con el poder de aparecer y desaparecer en un instante, pregunto:
¿para qué iba a necesitar 40 días, para despedirse de los suyos?
María Magdalena encuentra la tumba Vacía
Cuando las
mujeres llegaron al sepulcro de José para preparar el cuerpo de Jesús, mucho se
sorprendieron al encontrar la tumba abierta; y sólo María Magdalena se atrevió
a entrar. Allí vio una sábana blanca ensangrentada, muchos pedazos de tela;
también vio una tela un poco gruesa, doblada a modo de almohada, una lámpara, y
muchas otras cosas que José y Nicodemo habían usado para curar al Maestro.
Cuando María
miró bien todo y no encontró el cuerpo de su amado, gritó: «¡no está, se lo han
llevado!» Y como todas estaban muy nerviosas, las otras mujeres salieron
corriendo despavoridas hasta una corta distancia.
Joana reaccionó,
y dijo:
-hemos dejado
atrás a María. --entonces regresaron.
María Magdalena
dijo:
-Tratemos de
calmarnos, a lo mejor estamos equivocadas de tumba.
En ningún
momento a ninguna se le ocurrió pensar que había resucitado, y mucho menos que
había sobrevivido a la crucifixión. Todas creyeron que se habían robado el
cadáver o estaban en otro lugar.
Mientras estas
mujeres especulaban sobre lo sucedido, María observó a una persona de espalda,
y pensando que se trataba de algún celador o jardinero, preguntó ¿Dónde está la tumba de José de Arimatea?
María Magdalena abraza a su sobreviviente esposo
De espalda,
recostado a una roca, de pelo corto, con vestiduras humildes y a escasa luz de
la madrugada, le fue imposible reconocer a su marido. Y como vio que esa
persona no le respondía, se sintió profundamente triste y se puso a llorar.
Entonces Jesús,
variando su voz, le preguntó:
-¿A
quién buscáis?
Mientras tanto,
José de Arimatea y Nicodemo permanecían ocultos.
Con voz de
angustia, María Magdalena respondió: buscamos a Jesús, mi esposo, que fue
puesto en la tumba de José de Arimatea. ¿Es ésta su tumba?
Jesús, después
de asegurarse que su nuevo aspecto lo hacía irreconocible, y que ningún extraño
andaba por allí, respondió con voz entrecortada:
-María,
Soy yo, Jesús
Cuando ella oyó
de nuevo la voz de su amado, inmediatamente la reconoció, y acercándose, le
dijo: ¿En verdad eres tú, mi amor?
Él se quitó el
sombrero, y dijo:
-Soy
yo, María; herido, pero a salvo.
Después de
convencerse, María se lanzó a sus brazos llorando de la emoción y lo abrazó
fuerte.
-No me
estreches tan fuerte, estoy bastante adolorido. Es necesario que me oculte bajo
estas vestiduras y mi nuevo aspecto —le dijo en baja voz.
Y las otras
mujeres, creyendo que hablaba con un fantasma, se arrodillaron, y entonces Él les dijo:
-No soy
un espíritu, simplemente no había muerto cuando José reclamó mi cuerpo. Si en
verdad me aman no digan a nadie que aún vivo, no sea que me vuelvan a
crucificar. Vayámonos de aquí antes de que resucite el sol, que es el único que
resucita todos los días.
Y extendiendo
sus brazos saludó a las demás mujeres, dejándose abrazar suavemente.
En Juan 20, 15:
“ella, (María Magdalena) creyendo que era el hortelano, le dijo: Señor, si le
has llevado tú, dime dónde le has puesto, y yo le tomaré. Díjole Jesús: ¡María!
Ella, volviéndose, le dijo en hebreo ¡Rabboni!, que quiere decir Maestro”
El testimonio de
que la piedra no estaba cubriendo la tumba lo da Lucas 24, 2-3: “Y
encontraron removida del monumento la piedra, y entrando, no hallaron el cuerpo
del Señor Jesús” La
afirmación: “…y entrando, no hallaron…” explica lo espacioso que era el
sepulcro de José de Arimatea.
Los expertos en
griego antiguo certifican que el verbo estrechar, usado por Jesucristo, fue mal
traducido al afirmar que Él dijo “no me toques”. Ellos insisten en decir que la
expresión “no me estreches”, “no me abrases” denota una acción propia entre
compañeros íntimos, ya que en el siglo primero no era bien visto que una mujer
judía abrazara a un simple amigo. María y Jesús eran más que amigos, eran
marido y mujer.
Al considerar el
papel prominente que jugó María Magdalena en la proclamación de las nuevas
enseñanzas, es importante notar que ella era la portavoz principal del cuerpo
de mujeres, así como Andrés lo era de los apóstoles. María indudablemente era
la jefa de las mujeres, su maestra y su portavoz pública. María se había vuelto
altamente segura de sí misma, de manera que su atrevimiento al dirigir la
palabra a un hombre que ella consideraba ser el cuidador del jardín de José,
sólo indica su rango social y cuán preocupada estaba por no haber encontrado el
cuerpo de Jesús en la tumba. Fue la profundidad y agonía de su amor, la
plenitud de su devoción lo que causó que ella olvidara, por un momento, las
limitaciones convencionales impuestas a la forma en que una mujer judía podía
dirigirse a un hombre extraño.
-Gracias
José por tu excepcional generosidad. -Diles a
todos mis apóstoles que se queden donde están. He de tomar algunas seguridades
extras. Necesito un asno, pues aún me es difícil caminar. Dile a Simón el
Zelote que me consiga guarda espaldas para mi escape de tierras palestinas.
Jesús caminó
apoyándose en su esposa y en su salvador José.
-¡Mi marido está
vivo, Dios me lo ha devuelto! ¡Desaparezcamos todos de aquí! -exclamó María
Magdalena a sus amigas y compañeras de causa.
María Magdalena
fue la única en saber dónde se encontraba Jesús. Fue la persona encargada de
hacer todos los contactos; por eso figura en casi todos los reencuentros. ¿Por
qué en casi todos los encuentros, mal llamados apariciones, se halla María
Magdalena presente? ¿Sería porque siendo su esposa era la persona de confianza
para servirle de enlace con todos los parientes y amigos? Por supuesto que sí;
fue la que tuvo valor para entrar en la tumba y dirigir la palabra a un extraño
que resultó ser su esposo.
De la tumba,
bastante adolorido por las heridas que les fueron causadas durante la
crucifixión, fue directamente a Betania montado en un asno recién adquirido muy
cerca de allí por el buen José de Arimatea. De Betania a Emaús, Betel,
Arimatea, y desde Sicar, hasta Scitópolis; y desde allí directamente al puerto
de Tariquea en donde sube a una barca hasta el puerto de Betsaida y de allí a
la casa de la familia Zebedeo en Cafarnaúm, luego a las aldeas portuarias de
Tiro, Sarepta, y Sidón, donde se despide de sus apóstoles y otros amigos de
mucha confianza, camino a Damasco, para iniciar Ruta a la India, la misma que
siguió cuando viajó con Gonod y Ganid, cuando tenía 27 años de edad.
Ahora veamos de dicho
libro la página 339:
Jesús recibe a los apóstoles hombres
Eran pasados las
6 de la tarde cuando llegaron los apóstoles a casa de Lázaro. María Magdalena
los recibió y los invitó a esperar al Maestro en el mismo salón donde habían
estado las mujeres apóstoles.
La puerta se
abrió con un crujido, y Jesús franqueó el umbral quedando en presencia de
todos.
“La tarde del
primer día de la semana (domingo), estando cerradas las puertas del lugar donde
se hallaban los discípulos por temor de los judíos, vino Jesús y, puesto en
medio de ellos, les dijo:-La paz sea con vosotros. Y diciendo esto, les mostró
las manos y el costado.” Los discípulos se alegraron viendo al Señor. Díjoles
otra vez: la paz sea con vosotros.” (Juan 20, 19-21)
Los discípulos
se alegraron grandemente de verle, y respon-dieron en coro:
-¡Y contigo,
Maestro!
Los apóstoles,
aterrados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.
-¿Por
qué me miráis como si yo fuera un espíritu?
-Ved
mis manos y mis pies, que yo soy. Palpadme y ved, que el espíritu no tiene
carne ni huesos, como veis que yo tengo.
Diciendo esto,
les mostró las manos y los pies. No creyendo aún ellos, en fuerza del gozo y de
la admiración, Jesús pidió algo de comer a su amada esposa María. Ella le dio
un trozo de pez asado, y tomándolo, comió delante de ellos.
Después de
conversar un poco y de lamentarse por la pérdida del tesorero Judas, dijo:
-Verlos
a todos me llena de alegría, más de lo que puedo expresar; pero es muy
arriesgado permanecer más tiempo aquí. Nos vemos el viernes 5 de mayo en
Betsaida, a la salida del sol, donde siempre. Tened fe en Dios; teneos fe
mutuamente. Como veis, sigo vivo; nada hay que temer, pero hay que ser prudentes
y cuidadosos.
La nueva cita
con los apóstoles en Betsaida (Galilea) y parte del relato anterior está
registrada en Mateo 28, 8-10: “Partieron ligeras del monumento, llenas
de temor y de gran gozo, corriendo a comunicarlo a los discípulos. Jesús le
salió al encuentro, diciéndoles: Salve. Ellas, acercándose, asieron sus pies y
se postraron ante él. Díjoles entonces Jesús: No temáis; id y decid a mis
hermanos que vayan a Galilea y que allí me verán.”
El lector debe entender que por todo lo que fue ocultado, las
citas bíblicas no siempre se ajustan al presente relato más real y cronológico.
Y dirigiéndose a
David Zebedeo, dijo:
-Sé que
debes estar ansioso por informar a todos nuestros seguidores que aún continúo
con vida, pero debemos ser prudentes; así que reunirás a los mensajeros de más
confianza para esparcir la noticia después que yo haya partido al exterior.
Habla con María, ella te indicará cuándo y dónde me veré con Lázaro y Abner provenientes
de Filadelfia y con Rodán de Alejandría. Para esta tarea ten supremo cuidado en
la escogencia de los mensajeros.
-Lo haré cuando
me lo indiques, Maestro –fue la respuesta de David.
Cuando el Jesús
sobreviviente les hubo hablado, se despidió fraternalmente de todos. Dos a dos
sigilosamente salieron rumbo a Betsaida; dos de ellos irían primero por Tomás
que se encontraba en Betfagé.
Si el Padre del
cielo (Como Jesucristo se refería a Dios) lo hubiese resucitado, hubiera
desaparecido todas sus heridas y le hubiese proporcionado un cuerpo astral, un
ente divino y espiritual.
Tome una Biblia
y compruébelo con sus propios ojos. Reconfirme lo dicho por Juan en el
siguiente párrafo escrito por Lucas: “Mientras esto hablaban, se presentó en
medio de ellos y les dijo: La paz sea con vosotros. Aterrados y llenos de
miedo, creían ver un espíritu. Él les dijo: ¿Por qué os turbáis y por qué suben
a vuestro corazón esos pensamientos? Ved mis manos y mis pies, que soy yo.
Palpadme y ved, que el espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo
tengo. Diciendo esto, les mostró las manos y los pies. No creyendo aún ellos,
en fuerza del gozo y de la admiración, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Le
dieron un trozo de pez asado, y tomándolo, comió delante de ellos.” (Lucas 24,
36-43)
Jesús les mostró
las manos y los pies; no dice que les mostró la herida de la lanza que
supuestamente atravesó su corazón. No hubo atravesada de corazón con lanza
alguna. “Le dieron un trozo de pez asado, y tomándolo, comió delante de
ellos.”, para demostrarles que seguía siendo un cuerpo humano físico con
estómago, que aún siente hambre; e insiste en decirles: “Palpadme y ved, que el
espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.” De manera insistente les dice que Él no es un
resucitado, que no es un ente espiritual con cuerpo astral, que Él es el mismo
que fue crucificado, y que por decisión de Dios no murió en la cruz: “Ved mis
manos y mis pies, que soy yo.”
Lo que se
construye sobre la mentira algún día se derrumba; lo que se levanta sobre la
verdad nunca cae. Comencé el relato de la última semana de Pascua diciendo que
sostener una mentira requiere de más mentiras; y quien descubre una verdad,
revela otras verdades; y advertí que este libro renovará e incrementará la fe
cristiana, porque siempre es preferible la verdad, y abominable es la mentira.
Vuelvo y cito a Jesús: “Yo para esto he venido al mundo,
para dar testimonio de la verdad; todo el que posee la verdad oye mi voz.
Pilato preguntó: ¿Y qué es la verdad?” (Juan 18, 37-38).
Jesús informa a
los residentes en casa de Lázaro que a partir del lunes 10 de abril hasta el
próximo lunes 18 de abril no era conveniente recibir visita de más asociados y
seguidores de su movimiento Reino de Dios, y que por motivos de seguridad
estaría recuperándose de su salud en una casa cerca de allí, y que si alguien
fuera a buscarle, simplemente dijeran que ignoraban dónde se encontraba sin dar
mayores explicaciones y sin referirse a la crucifixión o a su sobrevivencia.
Fue tan hermético el manejo de la sobrevivencia de Jesús que en toda la semana
siguiente nadie fue a buscarle en casa de Lázaro, excepto José de Arimatea y
Nicodemo, sus salvadores por voluntad divina.
Camino a Emaús
Miércoles 20 de
abril del año 30, después de descansar una semana completa, Jesús salió rumbo a
Betsaida-Galilea, tomando la ruta por Emaús. A unos once Kilómetros al oeste de
Jerusalén, se encontraron con dos hermanos pastores, Cleofas y Jacobo, que
habían pasado la semana de pascua asistiendo a los sacrificios, ceremonias y
festividades. Cleofas, el mayor, había escuchado varias prédicas y era un
creyente a medias de Jesús; su hermano Jacobo lo era menos; pero ambos estaban
enterados de los últimos acontecimientos e iban haciendo comentarios al
respecto.
--¿De
qué tanto habláis, hermanos míos? - preguntó Jesús a los pastores.
Cleofás
respondió: hablamos de un tal Jesús, un profeta de Nazaret a quien los altos
sacerdotes y nuestros líderes religiosos lo entregaron a los romanos para que
lo crucificaran.
-¿Y
vosotros que pensáis?
Jacobo, tomando
la palabra, respondió:
-Sé que muchos
tenían la esperanza de que Él fuera el que liberaría a Israel del yugo de los
gentiles romanos.
-Yo
estoy bastante familiarizado con sus enseñanzas, yo puedo daros mi opinión, si
queréis —dijo
Jesús.
--Sí, sí -respondieron con ansias de oírlo.
-Este
Jesús de quien vosotros habláis siempre insistió en aclarar que su reino no era
de este mundo, para indicar que no tenía intereses económicos ni políticos. Su
único interés era revelar la filiación divina
que hay entre todos los humanos y el Padre del cielo. A menudo repetía
que todos somos hijos de Dios, y que por lo tanto todos somos hermanos.
-¿Acaso
no habéis leído las escrituras donde se anunciaba su venida para este tiempo?
Isaías advirtió que el espíritu de Dios descansaría sobre Él; que toda su vida
la destinaría a predicar una nueva doctrina, que vendría a consolar a los
tristes y dar ánimo a los afligidos; proclamar libertad a los cautivos y la
liberación del pecado. Según he sabido de Él, todo esto y mucho más es lo que
ha hecho y dicho.
María Magdalena
y José tan sólo confirmaban con gestos, lo dicho por Jesús. Absteniéndose de
revelar su identidad, continuó:
-Los
que lo entregaron para ser crucificado ignoran que sus renovadoras ideas
persistirán por muchos siglos. Su crucifixión fue una injusticia más. Quien
desee que su crucifixión no haya sido en vano debe llevar a la práctica sus
enseñanzas. El que dice, «Lo conozco», pero no obedece sus instrucciones, es un
mentiroso y la verdad no está con él. El que le obedece, en cambio, en ése de
veras se realiza plenamente el amor de Dios. Así nos damos cuenta de que
estamos en Él. El que dice que continúa en Él, ése debe comportarse como Él se
comportó.
(Testimonio dado en Carta de Juan 1, 5, no incluida en el N.T. niceno, pero
traducido por Hugh J. Schonfield en su libro EL NUEVO TESTAMENTO ORIGINAL)
-Y cuál fue su
principal mandamiento --preguntó Jacobo.
-Ya os
dije que Él dijo que todos somos hijos de Dios, y por lo tanto somos hermanos;
y al ser Dios nuestro Padre debemos amarle como tal, y nosotros como hermanos
debemos tratarnos con amor, tal como a cada uno de nosotros nos agrada ser
amados.
En realidad fue
mucho lo que Jesús habló al percibir que estaba frente a dos almas receptivas a
las enseñanzas del recién crucificado.
Nunca antes el
camino de regreso a casa para estos dos pastores había sido tan corto y tan
productivo. Cuando menos imaginaron, estaban frente a la entrada de su casa.
Los tres se despidieron muy cariñosamente recomendándoles aplicar y propagar
las enseñanzas repasadas. Pero los pastores les insistieron para que se
quedaran porque muy pronto anochecería. Después de una humilde cena ofrecida
por la esposa de uno de los pastores, la pareja de forasteros durmieron juntos
para recuperar fuerzas y emprender la marcha bien temprano al día siguiente.
“Obligáronle
diciéndole: Quédate con nosotros, pues el día ya declina. Y entró para quedarse
con ellos” “(Lucas 24, 29) Si Jesús se le hubiese presentado en cuerpo celeste,
estos dos pastores no les hubiesen rogado (obligado) para que se quedara y
durmiese en su casa, en razón a que ya el día declinaba y daba paso a la noche.
En otros
versículos se lee que Jesús descansó, durmió, bebió y comió después de la
crucifixión. En Hechos de los apóstoles 1, 3, dice bien claro: “… a los cuales (apóstoles), después de su
pasión (crucifixión), se presentó vivo, con muchas pruebas evidentes,
apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios” Los paréntesis son
aclaraciones, lo demás es transcrito textualmente para ser interpretado
literalmente.
Un cuerpo
astral, celestial, inmaterial, resucitado, no tiene necesidades físicas como
cualquier otro cuerpo humano sí las tiene; y mucho menos iba a necesitar de 40
días para despedirse de parientes, amigos y seguidores. ¿Puede imaginarse el
ridículo que hubiese hecho Jesús al regresar del baño, si hubiese afirmado que
Él era un resucitado, que él era el mismísimo Dios, que tenía poder sobre la
muerte? Aún más, Jesús se refiere a sí mismo como hijo de hombre comilón y
bebedor:
“¿A quién
compararé yo esta generación? Es semejante a niños sentados en la plaza que se
gritan unos a otros, diciendo: «Os tocamos la flauta, y no habéis danzado;
hemos entonado canto de duelo, y no os habéis golpeado el pecho». Porque vino
Juan, que no comía ni bebía, y dicen: Está poseído del demonio. Vino el Hijo
del hombre, comiendo y bebiendo, y dicen: Es un comilón y bebedor de vino,
amigo de publicanos y pecadores. Y la sabiduría se justifica por sus obras.”
Además, cuando
Jesús fue interrogado sobre la resurrección, Él respondió con absoluta
claridad:
“Los que
experimentan la resurrección son más parecidos a los ángeles del cielo, sin las
necesidades de la carne, nunca mueren y son eternamente los hijos de Dios; son
los hijos de la luz, resucitados al progreso de la vida eterna. Así pues, yo
declaro que nuestro Padre no es el Dios de los muertos sino el de los vivos. En
Él todos nosotros vivimos y nos reproducimos y poseemos nuestra existencia
mortal. Recordad siempre que los resucitados son como los ángeles que ni se
casan ni son dados en matrimonio, porque son inmateriales, criaturas puramente
espirituales. En las esferas celestiales, la resurrección de los muertos se da
sin la carne que tenían mientras vivían.”
(Texto parecido en: Mateo 22, 23-33; Marcos 12, 18-27; Lucas 20,
27-40).
Sin molestar por
el desayuno, agradecieron muy afectuosamente y salieron antes de que el sol
mostrara su resplandeciente cara. Para ese momento los escoltas secretos habían
vigilado por turno toda la noche y estaban listos para seguir con su tarea muy
cerca de allí. José de Arimatea había ido por los escoltas.
Cleofás y Jacobo
pensaron que dicha pareja había sido, tal vez, allegados íntimos y de mucha
confianza del crucificado, pero prudentemente se abstuvieron de preguntar
quiénes eran en realidad, y por qué sabían tanto sobre la doctrina predicada
por el crucificado.
Descanso de Jesús en Arimatea
El jueves 21 de
abril, al medio día, se detuvieron en Betel para tomar alimentos y continuar
hasta Arimatea, pequeña población de gran renombre en el Nuevo Testamento
tradicional. ¡Qué mejor lugar para descansar otra semana que una aldea, un poco
alejada de la carretera frecuentada por viajeros! Descansaron en la casa de
unos parientes ancianos de José, oriundos de Arimatea.
Ya relativamente
lejos y un poco más a salvo de sus enemigos, Jesús quiso descansar otra semana
para recuperarse de sus heridas físicas y emocionales. Allí, bien cuidado y
alimentado, estuvo planeando cómo despedirse de gran parte de sus seguidores
sin correr mayores riesgos.
El sábado 23 de
abril ya tenía su itinerario definido: Para el miércoles 3 de mayo, después del
mediodía, cita en Scitópolis con Lázaro, Abner y demás seguidores procedentes
de Filadelfia, otra de las 10 ciudades que integraban lo que se conocía como la
Decápolis; viernes 5 de mayo, re encuentro con los apóstoles en Betsaida, bien
temprano para desayunar con ellos; miércoles 10 de mayo, reunión de despedida
con los comandantes Celotas en el monte Hermón; Martes 16 de mayo, en las horas
de la tarde, cita con los seguidores egipcios procedentes de Alejandría,
comandados por Rodán, en la ciudad portuaria de Tiro-Fenicia. Scitópolis y Tiro
eran dos ciudades ubicadas lejos y por fuera de la jurisdicción de la familia
herodiana y de Pilatos, y de fácil llegada para sus seguidores y asociados.
Por relatos
anteriores, se sabe que el movimiento de Jesús tenía más de 42 mensajeros
ubicados estratégicamente en todos los lugares donde habían llegado sus
enseñanzas y su labor humanitaria.
José y María
salieron en busca de mensajeros residentes en Arimatea para que entregaran, con
suficiente anticipación, dicha información a sus respectivos destinatarios.
Natan de Bursiris, mensajero, parte hacia Alejandría el domingo 24 de abril
para llegar donde Rodán el jueves 4 de mayo para informar de la cita programada
para el martes 16 de mayo en Tiro. Otros mensajeros fueron enviados a los
respectivos lugares para el estricto cumplimiento de la agenda de despedida de
Jesús, antes de partir hacia el exterior.
Viernes 29 de
abril, después de otra semana de cuidados intensivos, emprendieron la marcha,
llegando a Sicar en las horas de la tarde.
Jesús en Sicar
A eso de las 3
de la tarde del viernes 29, el Maestro apareció ante Nalda y varios creyentes
samaritanos junto al pozo de Jacob. Los creyentes acostumbraban a reunirse en
este lugar, cerca del sitio donde Jesús habló a Nalda sobre el agua viva. Este
día, en el momento que ellos terminaban su conversación sobre la noticia de que
un crucificado había sobrevivido y escapado de Jerusalén, Jesús se presentó
ante todos, diciendo:
-Que la
paz sea con vosotros. Os regocijáis de saber que Dios Padre escuchó la oración
de un señor crucificado injustamente, y que de manera inusual y milagrosa
sobrevivió a la crucifixión y salió vivo de la tumba donde le habían puesto. Yo
quiero transmitiros lo que este buen señor, llamado Jesús, predicaba; recuerdo
escucharle decir:
-Si
sois hijos de un Dios Padre por la fe, no moriréis jamás, no pereceréis. El
evangelio del reino, --por Él predicado, enseñó que todos los humanos son hijos
de Dios. Y esta buena nueva sobre el amor del Padre celestial por sus criaturas
en la tierra, debe ser difundida. -Era su gran recomendación.
-El
momento ha llegado en que ya no adoraréis a Dios ni en Gerizim ni en Jerusalén,
sino donde estéis, como estéis, en espíritu y en verdad –era su gran
proclamación.
-Es
vuestra fe la que salva vuestra alma –insistía a menudo.
-La
salvación es el don de Dios para todos los que creen que son sus hijos. Pero no
os engañéis; aunque la salvación es un don gratuito de Dios y es otorgada a los
que la aceptan por la fe, lo que sigue es la experiencia de rendir los frutos
de esta vida espiritual tal como se la vive en la carne –repetía a
menudo.
-La
aceptación de la doctrina de la paternidad de Dios implica que también aceptéis
libremente la verdad asociada de la hermandad del humano. Si el humano es tu
hermano, él es aún más que tu prójimo, a quien el Padre exige que ames como a
ti mismo. Tu hermano pertenece a tu familia; así pues, lo amarás no sólo con el
afecto familiar sino que también lo servirás como te servirías a ti mismo. Y
amaréis y serviréis a vuestro hermano de este modo porque vosotros, siendo mis
hermanos, así habéis sido amados y servidos por mí. -Decía con su
gran corazón a todos los que le escuchaban.
-Id
pues por toda Samaria, difundiendo la buena nueva a todas las criaturas de
todas las razas, tribus y naciones. Mi espíritu irá delante de vosotros, y yo
estaré siempre con vosotros – les prometía.
-Y por
decir estas cosas, y no someterse a lo literalmente exigido en antiguas
Escrituras fue crucificado, pero su ferviente y confiada oración fue escuchada.
Si no hubiese sido escuchada, vana hubiese sido su fe puesta en la oración.
Estos
samaritanos se asombraron mucho de que un hombre, que hablara así, hubiese sido
crucificado; y por eso, uno de ellos dijo: «Malditos sean sus verdugos» y otro
gritó: «Con razón Dios le salvó de morir en la cruz»
Nalda no hacía
más que mirarle y admirarle, y cuando se hubo Jesús alejado de ellos, dijo:
«Casi me atrevo asegurar que quien nos habló era el mismísimo Jesús con quien
hablé en meses anteriores. Físicamente es muy diferente y sus vestiduras no son
las mismas, pero su melódica y clara voz es inconfundible. Seguramente cambió
de aspecto para poder huir»
-Ustedes las
mujeres siempre ven cosas que los hombres nunca vemos –dijo un samaritano
discriminador y machista.
Sin embargo,
ninguno puso cuidado a las palabras de Nalda. Quienes le escucharon
retransmitieron esta versión del Jesús crucificado que había sobrevivido. Y de
esta manera, fueron tierra abonada para cuando llegaron los apóstoles a
predicar en su nombre.
Jesús partió
inmediatamente por una nueva ruta para llegar a Scitópolis y luego camino a
Betsaida, escoltado por cinco fuertes y bien armados zelotes.
El sábado 30 de
abril pasaron todo el día y la noche descansando en una aldea del Monte Gilboa,
cerca de Scitópolis, donde muy pronto se reuniría con los seguidores
procedentes de Filadelfia. Recuérdese, miércoles 3 de mayo, después del
mediodía, cita en Scitópolis con Lázaro, Abner y demás seguidores procedentes
de Filadelfia; y el martes 16 de mayo, en las horas de la tarde, cita con los
seguidores egipcios procedentes de Alejandría. Observen en un mapa de la época
y verán que es la ruta más lógica.
Reencuentro en Scitópolis con seguidores de
Filadelfia
Así pues, el
gran encuentro con estos grandes amigos e incondicionales seguidores pronto se
produciría. Este encuentro ocurrió justo después de la apertura de una reunión
especial en la sinagoga, convocada por Abner para analizar la supervivencia de
Jesús y el futuro del movimiento Reino de Dios. Lázaro, otro superviviente
gracias a la fórmula usada en la ceremonia de divinización de faraones, no tuvo
dificultad en creer que Jesús había sobrevivido a la crucifixión.
La reunión en la
sinagoga era inaugurada por Abner y Lázaro. Cuando estaban ambos de pie en el
púlpito, cuando todos los creyentes reunidos terminaban de escuchar un pasaje
de la Torá, vieron aparecer de súbito el aspecto diferente del Maestro, sin
barba ni pelo largo y con vestiduras de un obrero humilde, es decir, de forma
irreconocible para parientes, amigos y enemigos. Nadie le reconoció, pero
cuando todos escucharon su voz y su particular forma de saludar: «Que la paz
sea con vosotros. Todos vosotros sabéis que tenemos un Padre en el cielo y que
os traigo un nuevo evangelio del reino», algunos lo interrumpieron, exclamando:
¡Pero si es el Maestro! Cuando el Maestro les regaló su singular sonrisa, todos
gritaron: Sí, es el Maestro; y aplaudieron felices. Otros gritaban ¡Alabado sea
nuestro Padre del cielo que nos lo ha devuelto! Después de algunos minutos de
histeria, levantó sus manos solicitando silencio, y digo:
-Sólo
nuestro Padre decide el día de nuestra partida, nadie más. He sobrevivido a la
crucifixión porque mi Padre del cielo considera que mi obra aún no ha sido
terminada. Regocijaos por vuestra lealtad al nuevo evangelio, orad al Padre de
la verdad para que os otorgue en vuestro corazón un amor nuevo y más grande por
vuestros semejantes. Debemos amarnos los unos a los otros como nuestro Padre
del cielo nos ama. Con comprensión y afecto fraterno, recibid, en comunión de
hermandad, a todos vuestros hermanos y hermanas que se dedican a la
proclamación de la buena nueva, sean judíos o gentiles, griegos o romanos,
persas o etíopes. Juan el Bautista proclamó este reino por adelantado.
-Todos
vosotros sois los hijos de la luz, por eso, no tropecéis en marañas de
malentendidos en cuanto al hecho de haberme salvado de morir en la cruz; si
bien es cierto que ha sido como volver a nacer, porque ahora veo las cosas de
otra manera, jamás se debe decir que resucité de manera literal, aunque en
sentido metafórico fue como haber resucitado.
-Recordad
que si nos amamos los unos a los otros, sabrán que somos leales a nuestro Padre
del cielo. Id, pues, a proclamar el evangelio de la paternidad de Dios y de la
hermandad de los humanos a todas las naciones, y sed sabios en vuestra elección
de los métodos para presentar la buena nueva.
-No
temáis, pues no hay cosa más noble que morir sirviendo a nuestro Padre. Si Él
cree que aún no habéis cumplido la misión, no dudéis que de alguna manera Él os
rescatará, tal como me rescató a mí por medio de José de Arimatea que reclamó
mi cuerpo, y de Nicodemo que tuvo la sabiduría para darse cuenta de que yo aún
estaba vivo.
-
Hombres y mujeres deben amarse y servirse mutuamente, así como yo os he amado y
servido. Con compasiva comprensión y afecto fraterno, recibid, en comunión de
hermandad, a todos los que se dedican a la proclamación de la buena nueva, sean
de donde sean.
-Id,
pues, a donde más podáis, a proclamar el evangelio de la paternidad de Dios y
de la hermandad de los humanos de todas las naciones y razas. Libremente habéis
recibido este evangelio del reino, y libremente daréis la buena nueva a quienes
os escuchen. No temáis la resistencia del mal, porque Dios está siempre con
nosotros, aun hasta el fin de los tiempos. Debo llevar la buena nueva a otros
rincones de la Tierra, por eso no me
volveréis a ver por estos lugares. Mi paz os dejo.
En el momento en
que dijo: «Mi paz os dejo», levantó su mano y se despidió moviéndolas, cual ser
mortal se despide en todos los tiempos.
Con excepción de
las manifestaciones públicas en Galilea, antes de la crucifixión, este grupo de
seguidores, procedentes de Filadelfia, fue el grupo más grande de mortales que
le vio después de la crucifixión.
Después de que
todos los asistentes partieron, Jesús, María y José conversaron en privado con
Lázaro y Abner. Temprano por la mañana siguiente, estos creyentes de Filadelfia
salieron a proclamar que Jesús de Nazaret había sobrevivido milagrosamente por
voluntad del Padre del cielo y que eso debía animarlos a seguir proclamando sus
enseñanzas.
Rumores de sobrevivencia de Jesús
Cuando los
apóstoles se fueron de Jerusalén en dirección a Galilea, los líderes judíos del
Sanedrín ya se habían calmado considerablemente. Ya que Jesús sólo se presentó
ante familiares y creyentes del reino, y puesto que los apóstoles permanecían
ocultos, los potentados de los judíos concluyeron que el movimiento del
evangelio estaba efectivamente derrotado.
Estaban, por
supuesto, desconcertados por algunos débiles rumores de que Jesús había
sobrevivido a la crucifixión y había salido vivo de la tumba; por esto,
sobornaron a los soldados romanos para que contrarrestaran, en forma eficaz,
todas estas leves sospechas. Pidieron a estos soldados que dijeran que una
banda de sus seguidores había robado el cadáver mientras ellos lo vigilaban.
La gran mentira
de lo sucedido se empieza a gestar con una falsa noticia de sus
enemigos:
“El anuncio a los
judíos. Mientras iban ellas, algunos de los guardias vinieron a la ciudad y
comunicaron a los príncipes de los sacerdotes todo lo sucedido. Reunidos éstos
en consejo con los ancianos, tomaron bastante dinero y se lo dieron a los
soldados, diciéndoles: Decid que, «viniendo los discípulos de noche, le robaron
mientras nosotros dormíamos». Y si llegase la cosa a oídos del gobernador,
nosotros le convenceremos para que no os inquietéis. Ellos, tomando el dinero,
hicieron como se les había dicho. Esta noticia se divulgó entre los judíos
hasta el día de hoy.” (Mateo 28, 11-15).
Decid la
siguiente mentira: “que, «viniendo los discípulos de noche, le robaron mientras
nosotros dormíamos” Por favor lean que dice: “tomaron bastante dinero y se lo
dieron a los soldados, diciéndoles: Decid que,” “Ellos, tomando el dinero,
hicieron como se les había dicho” En otras palabras, se trató de un soborno
para que mintieran.
Es bastante difícil
creer que el gobernador Pilato, hubiese destinado varios soldados romanos para
cuidar un cadáver de un judío que él mismo había sentenciado a morir
crucificado. Pilato no quería a los judíos. La intención de los enemigos de
Jesús, con una mentira poco creíble, es un insulto a la lógica y a la razón.
Cuando partieron
los apóstoles para Galilea, Juan Marcos los acompañó. Los siguió al salir de la
ciudad y después de pasar más allá de Betania; se les acercó atrevidamente, confiando
en que ya no lo enviarían de vuelta por ser tan joven.
Gran reunión en Betsaida
Aproximadamente
a las seis de la mañana del viernes 5 de mayo, los apóstoles divisaron la barca
donde venía su Maestro acompañado de su esposa María; habían partido el día
anterior del puerto de Tariquea. Pedro, que había sido siempre de acción
impensada e impetuosa, salió corriendo a su encuentro, y fue el primero que
subió a la barca para saludar a la pareja de promesa divina. Los apóstoles ya
habían pescado lo suficiente para preparar el desayuno. Entre ellos se
encontraba el joven Juan Marcos, y Tomás que había regresado de Betfagé.
Juan Marcos
trajo los peces para que María Magdalena, ayudada por otras mujeres, los
preparara. Una vez servidos los peces, Jesús rompió el pan y se lo entregó a
Juan Marcos, quien a su vez sirvió a los hambrientos apóstoles. Cuando todos
estuvieron servidos, Jesús les habló rememorando muchas experiencias en Galilea
junto a este mismo lago.
Después que
todos hubieron desayunado, Jesús se acercó a Juan Marcos, y tocándole la
cabeza, dijo:
--Me
alegro que estés con nosotros de nuevo.
Y dirigiéndose,
cariñosamente, a Tomás, dijo:
--Lamento
que mis heridas ya estén cerradas y que no puedas meter tus dedos en ellas.
-Maestro, eso lo
dije en broma y porque iba saliendo de afán para Betfagé; pero tú sabes que mi
felicidad por verte es auténtica y sincera- y en diciendo esto se abalanzó a
abrazarlo. Con Tomás entre sus brazos, Jesús lo tranquilizó diciéndole:
-Tranquilo
Tomás, no eres el único que cree después de haber visto; pero bienaventurados
sean los que en el futuro crean en mis enseñanzas sin haberme visto y oído.
Y separándolo se
le puso en frente, lo cogió de sus hombros, y le preguntó:
-¿Tú
crees en mis enseñanzas?
Absolutamente --respondió
Tomás.
-Eso es
lo importante, hermano mío.
Y sin soltarlo
le dijo:
-Para
las generaciones venideras no es tan importante que crean que yo logré
sobrevivir a la crucifixión, porque, al fin y al cabo, algún día moriré. Ten
coraje, sé fuerte en la fe y poderoso en el reino de Dios. No debes actuar tan
infantilmente dudando todo el tiempo. No dudes por dudar, mi hermano Tomás.
“Tomas, uno de
los doce, llamado Dídimo (significa gemelo), no estaba con ellos cuando vino
Jesús. Dijéronle, pues, los otros discípulos: Hemos visto al Señor. El les
dijo: Si no veo en sus manos la señal de los clavos y meto mi dedo en el lugar
de los clavos y mi mano en su costado, no creeré.” (Juan 20, 24-25).
Es erróneo
pensar que Tomás quisiera meter su mano dentro de la herida del costado. Es un
error de transcripción y de traducción posterior. El N.T. original, traducido
directamente del arameo por Schonfield, habla de verificar heridas de los pies
y de las manos; como es más lógico, racional y creíble.
Jesús bendice a mujeres y hombres asociados del
Reino de Dios
Al mediodía del
sábado 6 de mayo, las mujeres y hombres más cercanos y comprometidos se
reunieron en una bien conocida colina, cerca de Capernaum, donde, en años
anteriores, los 24 apóstoles habían sido consagrados.
A finales del
mes de marzo del año 3785 (779 año romano, año 26 de nuestra Era) Jesús de
Nazaret, apoyado por María de Magdala, inicia el montaje físico y la
organización de la primera escuela evangelista y el primer hospital de propiedad
del Movimiento Reino de Dios en la Tierra, cuyo otro nombre era Nuevo Reino o
simplemente el Reino. Durante el nacimiento y crecimiento del nuevo movimiento
teocrático, y sobre todo, humanitario, Jesús contó con el apoyo eficiente de
entusiastas mujeres, esposas e hijas de algunos importantes asociados hombres.
Después de más de dos años de participación activa, Jesús reconoció su
eficiente y eficaz labor; y en una audaz acción decidió, en la tarde del 16 de
enero del año 29 de nuestra era, seleccionar 12 mujeres para enseñar el
evangelio del Reino y ministrar
(socorrer) a los enfermos, nombradas oficialmente como apóstoles,
ordenadas y consagradas en ceremonia similar a la que se hizo con los doce
apóstoles hombres.
Como lo ha
demostrado la historia, las mujeres son tan capaces como los hombres para
ejercer cualquier actividad profesional. En los albores de la iglesia
cristiana, las mujeres instructoras y ministras eran llamadas diaconisas, y se
les daba reconocimiento formal y general, demostrándose también que ellas no
son espiritualmente inferiores a los hombres. Al Maestro se le escuchó, muchas
veces, decir: «en el reino del cielo no hay ricos ni pobres, ni libres ni
esclavos, ni hombres ni mujeres, todos son igualmente hijos e hijas de Dios».
En este y otros sentidos, Saulo-Pablo fue anticristiano.
Pues bien, este
nuevo encuentro ocurrió en el mismo monte en que el Maestro los había apartado
como sus apóstoles y como embajadores del reino del Padre en la tierra.
En esta ocasión,
los 24 apóstoles se arrodillaron formando un círculo alrededor del líder
fundador, le oyeron repetir los encargos, y recibieron de manera sublime y
emotiva la bendición. Todo esto fue para ellos como una recordación de su
consagración al servicio del Padre. El Maestro -el Jesús sobreviviente- oró de
manera majestuosa y con palabras de poder, como nunca antes los apóstoles
(mujeres y hombres) le habían oído. Era indudable que Jesús había bajado de la
cruz y salido de la tumba bastante fortalecido espiritualmente como un indiscutible
ungido, elegido por Dios para dar un nuevo evangelio, no sólo a los hebreos
sino también a toda la humanidad.
-Casi muero en la cruz, pero os aseguro que nadie tiene amor mayor que
este de dar uno la vida por sus amigos si es necesario. Vosotros sois mis
amigos si hacéis lo que os he enseñado. Yo no os llamo siervos porque el siervo
no sabe lo que hace su señor; pero os digo amigos porque todo lo que sé de
nuestro Padre os lo he dado a conocer. No os he elegido ni me habéis elegido,
todos hemos sido elegidos por el Padre de los cielos. (Parecido en Juan 15,
13-16).
Recuerde que
mucho fue ocultado y tergiversado, por lo tanto, algunas citas bíblicas no las
encontrará exactamente igual.
El Maestro pasó
una hora en este monte con sus embajadores, y después de conversar
afectuosamente con todos ellos, por motivos de seguridad, se despidió pronto.
Jesús se despide de los Zelotes
Después de pasar
algún tiempo entre Betsaida y Cafarnaúm, Jesús partió el domingo 7 de mayo
hacia Cesarea de Filipo, llegando el martes 9 a pasar la noche en Beit Jenn y
madrugando el miércoles para subir al Monte Hermón y entrevistarse con su tío
Simón.
-A mediados de
agosto del año 25 de nuestra era, Jesús se había reunido con su tío Simón,
quien era el jefe del mayor frente revolucionario del movimiento Zelotes
(Celotas), atrincherado en un lugar de difícil acceso en el monte Hermón, cuyo
camino se encontraba vigilado por el patriota Tiglat, a quien Jesús había
encargado de comprar provisiones en Beit Jenn, una aldea al pie de este monte.-
Jesús había
logrado, a través de este gran comandante zelote, una tregua militar, para Él
intentar unificar a su pueblo por la vía pacífica, por la vía de sus
predicaciones y de su gran obra humanitaria con su cuerpo de médicos y
enfermeros, recorriendo toda Palestina.
Luego de la
crucifixión y despedida del máximo líder del movimiento pacifista Reino de
Dios, las cosas cambiaron radicalmente.
Con motivo del
informe oportuno de unos de los mensajeros del movimiento Reino de Dios, ese
día se encontraban en el campamento comandado por su tío materno Simón, gran
parte de los líderes Celotas (Zelotes) que operaba en toda Palestina.
Después de un
saludo patriótico a todos los revolucionarios presentes, el comandante le
concedió la palabra a su sobrino para que iniciara la reunión.
Luego de que
todos los líderes escucharon un detallado relato del engaño de que fueron
víctimas Él y Judas por parte del ex sumo sacerdote Anás y del sumo sacerdote
Caifás, y del posterior juicio inicuo por parte de algunos miembros del
sanedrín en el que le condenaron a morir crucificado, Jesús exclamó con gran
sentimiento:
-Lo
que más me ha dolido, es el suicidio de mi gran confidente y asesor Judas.
-Y un gran
patriota Celota –recalcó otro de los asistentes.
Tomando la
palabra el comandante Simón, dijo:
Mi querido
sobrino, Jesús, ¿quieres recordarnos ¿cuándo fue la última vez que estuviste
aquí exponiendo tus ideas pacifistas?
-Mi
querido tío, eso fue a mediados de agosto del año 3784 cuando me felicitaste
por mi cumpleaños número 31. ¡Cómo olvidarlo!
¿Quieres
recordar qué te prometimos ese día después de escuchar tus planes de montar un
hospital para ministrar salud a los enfermos y de crear un nuevo movimiento con
orientación pacifista?
-Prometiste
que hablarías con los demás comandantes Celotas para decretar una tregua
militar de manera unilateral, y que nos ofrecerían protección para nuestras
giras, y que ordenarían a sus miembros a participar activamente de las
actividades y funciones que yo tuviera a bien asignarles.
Recordó y
agregó:
-Y por
eso estoy aquí, mi querido Tío Simón, para agradecerles en nombre de todos mis
asociados y seguidores, y para despedirme de ustedes y de Palestina porque
parto para tierras lejanas. Por la vía pacífica no pude lograr un mejor futuro
para mi pueblo. Creo que mi trabajo en tierras hebreas, por ahora, ha llegado a
su fin.
El tío Simón
llamó a parte a los demás líderes, y en pocos minutos tomaron una decisión.
Los Celotas rompen tregua militar
- ¿Me quieres
decir, sobrino, qué día es hoy?
-Hoy
es miércoles 10 de mayo del año 3789, tío Simón.
-Pues bien, mi
querido Jesús, hoy miércoles 10 de mayo del presente año todos los comandantes
aquí reunidos te informamos que hemos decidido romper la tregua militar
acordada a mediados de agosto del año 3784. Iniciaremos guerra sin cuartel
contra el viejo Anás, el corrupto Caifás y los 30 miembros del Sanedrín que
fallidamente intentaron asesinarte. Iniciaremos guerra para expulsar a los
romanos de nuestras tierras.
Huhg J
Schonfield en la introducción del Nuevo Testamento Original dice: “Conforme a
la tradición primitiva, la comunidad madre de los seguidores de Jesús se
hallaba establecida en Jerusalén, bajo la dirección de sus discípulos
personales encabezado por su hermano menor, el siguiente en edad, Santiago.
Éste era un santo varón, al que idolatraba la multitud judía de Jerusalén.
Murió asesinado a instigación del autocrático sumo sacerdote Anás el joven,
como lo recuerda Josefo en sus Antigüedades judías. Al propio Anás lo
asesinaron también durante la revuelta judía”
Después de la
crucifixión de Jesús, el orden público en Judea fue tan incontrolable para
Pilato, que poco tiempo después fue destituido de su cargo.
-Tío
Simón, respeto vuestra decisión. Quiero, en agradecimiento al apoyo recibido
durante más de 3 años a nuestro movimiento Reino de Dios, si son vuestros
deseos, manifestar a mis asociados y seguidores que es mi voluntad que toda la
estructura organizativa de nuestro movimiento continúe trabajando junto a
ustedes, por la liberación de nuestro pueblo. Es un trabajo que no se puede
desconocer ni perder.
Todos los
presentes aplaudieron tan inesperada decisión, y Jesús continuó diciendo:
-Seguramente
esperarán a que yo manifieste «“Cuanto a esos mis enemigos que no
quisieron que yo reinase sobre ellos, traedlos acá y delante de mí degolladlos”
(En algunas versiones de Biblia, aparece textualmente esta cita en Lucas 19,
27) Jesús agrega sin pausa: Sobre todo tú, tío Simón, sabes que ese
no es mi proceder, y que justamente por eso he decidido continuar predicando
mis enseñanzas pacifistas en tierras lejanas, hasta el fin de mis días o hasta
cuando yo pueda regresar, si las nuevas circunstancias me lo permiten.
Sobre el regreso
del Hijo del Hombre Lucas 21, 32 asegura que será pronto: “En verdad os digo
que no pasará esta generación antes que todo suceda.”
-Lo sé muy bien
sobrino, por eso comprendemos y respetamos tu decisión, la consideramos sensata
y queremos decirte que si por la vía armada logramos recuperar el reino
material para los judíos, nuestro único candidato como rey de Israel sigues
siendo tú, y nadie mejor que tú. -enfatizó el comandante Simón, y todos dieron
su aprobación.
Jesús se
despidió muy cordialmente de todos los asistentes a tan importante reunión. Al
final de su entrevista y despedida, Jesús se reencontró con Tiglat quien le
escoltaría en su descenso. Jesús le indicó que se devolviera, y le dijo:
-El
período de trabajo en Palestina ha terminado; debo iniciar mi trabajo en el
exterior, debo ir en busca de las otras tribus de Israel.
Luego siguió
hacia el sur por el mismo camino que había llegado.
Reunión pública en Cafarnaúm
La noticia de
las apariciones de Jesús se estaba difundiendo por todo Galilea, y cada día
llegaban más creyentes a la casa de la familia Zebedeo para preguntar sobre la
supervivencia del Maestro y averiguar la verdad sobre estas supuestas
apariciones, que eran reencuentros para hacer recomendaciones especiales, antes
de partir al exterior.
En el mismo
lugar donde habían tenido su campamento y el hospital, convocaron una reunión
para el sábado 13 de mayo a las tres de la tarde. Estaban congregados aquí en
este momento hombres y mujeres apóstoles, muchos discípulos y gran número de
seguidores del movimiento Reino de Dios.
En esta reunión,
Pedro dio un sermón bastante emotivo, y al final del mismo, dijo:
--Afirmamos que
Jesús de Nazaret no murió en la cruz, declaramos que ha sobrevivido a la
crucifixión; y para felicidad de todos nosotros, hoy estará aquí, queridas
hermanas y hermanos, mi Maestro, el Maestro de todos.
En el momento en
que terminaba de pronunciar esta declaración testimonial verdadera, allí, a su
lado, a plena vista de toda la gente, se presentó Jesús con María Magdalena, en
carne y hueso, como cualquier otro mortal, y dijo su saludo habitual:
-Que la
paz sea con vosotros. Éste es el grupo más representativo de creyentes,
apóstoles y discípulos, tanto hombres como mujeres ante el cual haya aparecido
desde el momento de mi supervivencia a la crucifixión. Os llamo ahora a
testimonio de que os dije de antemano que mi estadía entre vosotros tendría
fin. En otra ocasión os dije que deseaba predicar también a las otras tribus de
Israel; y es por ello, que finalmente debo viajar a tierras lejanas en su
búsqueda.
-Ahora
debéis prestar oído a mis palabras para
no cometer el error de oír mis enseñanzas con el corazón mientras vuestra mente
no comprende el significado. Desde el comienzo de mi estadía os dije que mi
gran propósito es revelar el Padre del cielo a sus hijos en la tierra.
-He
vivido el auto otorgamiento revelador de Dios para que vosotros pudieseis
experimentar la carrera del que conoce a Dios. He revelado a Dios como nuestro
Padre en el cielo; os he revelado a vosotros como hijos de Dios en la tierra.
Es un hecho que Dios nos ama a todos como sus hijos. Por la fe en mi palabra,
este hecho se torna una verdad eterna y viva en nuestro corazón y en nuestra
mente. Cuando por la fe viva os tornéis divinamente conscientes de Dios,
naceréis del Espíritu como hijos de la luz y de la vida, aun la vida eterna en
la cual ascenderéis y alcanzaréis la experiencia de encontrar a Dios Padre en
el Paraíso.
-Os
ruego que recordéis siempre que nuestra misión es la proclamación del evangelio
del Reino de Dios en la Tierra, la realidad de la paternidad de Dios y la
verdad de la filiación del humano. Proclamad toda la verdad de la buena nueva,
enseñada durante los últimos años, no tan sólo una parte del evangelio
salvador.
-Nuestro
mensaje ha de fortalecerse por mi sobrevivencia a la crucifixión como una gran
señal de que la oración es escuchada y de que Dios aprueba nuestro gran
movimiento. La filiación con Dios por la fe sigue siendo la verdad salvadora
del evangelio del Reino. Debéis salir predicando el amor de Dios y el servicio
al prójimo.
-Lo
que el mundo necesita, más que nada, es saber que todos los humanos son hijos
de Dios; y por la fe pueden realizar y diariamente experimentar esta verdad
ennoblecedora. Por la fe todos somos hijos del Espíritu Viviente del Padre
Eterno. El evangelio del Reino comprende el amor del Padre y el servicio a sus
hijos en la tierra.
-Entre
vosotros compartís aquí el conocimiento de que yo he sobrevivido, pero eso no
es extraño cuando ponemos nuestra existencia en manos de Dios Padre. Más bien,
que vuestro corazón se estremezca por el conocimiento de que mi oración fue
escuchada y pude salir vivo de la tumba. Viví mi vida para mostraros cómo
vosotros podréis, mediante el servicio amante, tornaros reveladores de Dios a
vuestros semejantes; así como amándoos a vosotros y sirviéndoos yo me he
tornado revelador de Dios a vosotros.
-He
vivido entre vosotros como el Hijo del Hombre, Ungido por Dios para que
vosotros, y todos los demás humanos, podáis conocer que de veras sois hijos de
Dios. Por lo tanto, id, pues, al mundo predicando este evangelio del reino del
cielo a todos los humanos. Amad a vuestros semejantes así como yo os he amado
sin discriminación alguna; servid a vuestros semejantes así como yo os he
servido. Habéis recibido libremente, dad libremente.
-No
contéis a extraños el milagro de haber salido vivo de la tumba hasta que yo haya salido al exterior y os
envíe, a través de Juan, hijo de Simón Zebedeo, saludos y nuevas instrucciones.
El nuevo Maestro en siglos venideros os guiará a una verdad más amplia, y yo
iré con vosotros a todo el mundo. Estaré con vosotros siempre. Mi paz os dejo.
--En 1 Corintios 15, 5- 9: Saulo de Tarso, alias Pablo, certifica que
Jesús se le apareció (presentó) a los suyos, parientes, apóstoles y seguidores,
y que a él se le presentó en una visión, pues era un enemigo de Jesús y de todo
el movimiento Reino de Dios, y del cual nunca hizo parte como apóstol; como él
mismo lo reconoce con los siguientes términos Textualmente: “…y al tercer día se apareció a
Cefas (Simón Pedro), luego a los doce. Después se apareció una vez a más de
quinientos hermanos, de los cuales muchos permanecen todavía, y algunos
durmieron; luego se apareció a Santiago, luego a todos los apóstoles; y después
de todos, como a un aborto, se me apareció también a mí. Porque yo soy el menor
de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, pues perseguí a la
Iglesia de Dios.”
Despedida final del Maestro en Sidón
Llegaron
temprano a desayunar en Sidón. Eran casi las once de la mañana de este jueves
18 de mayo cuando Jesús se reunió para hacer las últimas recomendaciones y
despedirse de sus silenciosos, y un tanto confundidos, apóstoles. Jesús se
preparaba ahora para decir su último adiós a los pocos apóstoles, hombres y
mujeres que pudieron ir a despedirlo antes de su partida a Damasco. Jesús, se
sorprendió mucho al ver la asistencia masiva a la reunión de despedida
improvisada, especialmente le agradó ver a seguidores de la vecina Tiro, que
quisieron ofrecerle una segunda despedida, a tal punto, que nostálgico y
emocionado, dijo:
¡Ay de ti,
Corazaín! Ay de ti, Betsaida! Porque si
en Tiro y Sidón se hubiera realizado mi obra humanitaria y la escuela para impartir
mis enseñanzas con la misma intensidad y frecuencia, hace ya tiempo que nos
hubieran apoyado, y andarían predicando el nuevo Reino a muchos pueblos. Así,
pues, cuando llegue el juicio habrá más tolerancia para Tiro y Sidón que para
vosotras. Y Tú, Cafarnaúm, ¿te elevarás hasta el cielo? No, ¡en el infierno
serás precipitada! Pues fue allí donde estuvo el campamento general y el
hospital, desde donde se enseñó y se realizó mayor obra humanitaria. (Ver Mateo
11, 21-23)
Y visiblemente
emocionado se mezcló en la multitud, y al estar de pie entre ellos, sin que Él
les pidiera, se arrodillaron a su alrededor en círculo, y el Maestro dijo:
-Mis
queridos asociados y nobles seguidores, quiero que escuchéis una vez más la
misión de ir al mundo y predicar este evangelio del Reino. Nuevamente os digo:
Así como el Padre me envió al mundo, así os envío yo. Así como yo he revelado
al Padre, así revelaréis vosotros el amor divino, no sólo con palabras, sino en
vuestra vida diaria.
-Os
envío no para que améis las almas de los creyentes y amigos, sino más bien para
que améis, sin discriminación alguna a toda la humanidad. No debéis proclamar
simplemente las felicidades del cielo, sino también mostrar en vuestra
experiencia diaria esas realidades espirituales de la vida divina, puesto que
vosotros ya tenéis bastante preparación, como don de Dios, por medio de la
predicación y la fe. Cuando tengáis fe, cuando el poder de lo alto, el Espíritu
de la verdad, venga sobre vosotros, no ocultaréis vuestra luz tras puertas cerradas.
Haréis que toda la humanidad conozca el amor y la misericordia de Dios.
-Por
el temor huis ahora de los hechos de una experiencia desagradable, pero cuando
hayáis sido bautizados con el Espíritu de la verdad, iréis hacia adelante,
gallarda y jubilosamente para encontrar las nuevas experiencias de proclamar la
buena nueva de la vida eterna en el reino de Dios.
-Mis
queridos apóstoles, podéis quedaros en Galilea por una corta temporada mientras
os recobráis del golpe de los últimos acontecimientos.
-Vuestra
misión en el mundo se basa en el hecho de que yo viví una vida reveladora de
Dios entre vosotros; en la verdad de que nosotros y todos los demás humanos,
hombres y mujeres, son hijos de Dios; y consistirá en la vida que vosotros
viviréis en la Tierra la experiencia real y viviente de amar a los humanos y
servirlos, aun como yo os he amado y servido a vosotros.
-Dejad
que la fe revele al mundo vuestra luz; dejad que la revelación de la verdad
abra los ojos cegados por la tradición; dejad que vuestro servicio amante
destruya efectivamente el prejuicio engendrado por la ignorancia. Acercándoos
así a vuestros semejantes en compasiva comprensión y con devoción altruista,
los conduciréis al conocimiento salvador del amor del Padre.
-Los
judíos alabaron la bondad; los griegos exaltaron la belleza; los hindúes
predican la devoción; los lejanos ascetas predican la reverencia; los romanos
exigen lealtad; pero yo requiero que todos mis asociados y nobles seguidores,
radicados en Tiro y Sidón, asuman una vida de servicio amante para todos los
hermanos carnales y espirituales.
-Los
reyes de los gentiles gobiernan a éstos con despotismo, y a los considerados
como principales autoridades se les llama “bienhechores”. Con vosotros no es
así. Que el mayor entre vosotros sea el menor, y que el que da órdenes sea como
el que las recibe. ¿Quién es más grande, el que está a la mesa o el que sirve?
Sin duda el que está a la mesa. Sin embargo, yo estuve entre vosotros como el
que sirve. Vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas, y
así como mi padre me ha prometido su Reino, así yo también os prometo ahora a
vosotros que comeréis y beberéis a mi mesa en mi Reino; y os sentareis en
tronos para gobernar a las doce tribus de Israel.
-¿Volverás
pronto Maestro?, -preguntó Pedro
-De
veras os digo, -continuó, hay algunos de los aquí presente que no probarán la
muerte hasta que hayan visto el Reino de Dios instituido con poder. De veras os
digo, no agotareis las ciudades de Israel hasta que vuelva el Hijo del Hombre,
Ungido por Dios. Ahora bien, que si es la voluntad de nuestro Padre del cielo
que no regrese a Palestina en esta encarnación, nos volveremos a ver en siglos
venideros, quizá en otra nación y hablando otra lengua; pero para nuestro Padre
del cielo sólo existe el idioma del amor y una sola raza: la humana.
-Más
ahora me voy, y nadie de vosotros me preguntará: ¿a dónde vas? Muchas cosas
tengo aún que deciros; pero cuando viniere Aquél, el Espíritu de verdad, os
guiará hacia la verdad completa, porque no hablará de sí mismo, sino que
hablará lo que leyere y oyere, y os comunicará mi vida y obras verdaderas. Él
me glorificará, porque tomará todo lo mío y os lo dará a conocer. (Juan 16,
12-14). Las
citas bíblicas no las encontrará exactamente igual, serán textos parecidos.
-Si
me amáis, guardareis mis mandamientos; yo rogaré al Padre, y os dará otro
maestro, otro guía que estará con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad.
No os dejaré huérfanos, vendré a vosotros. El que recibe mis preceptos y los
guarda, ése es el que me ama; el que me ama a mí será amado de nuestro Padre, y
yo le amaré y me manifestaré a él. El nuevo maestro, el Espíritu de verdad, que
el padre enviará en mi nombre, ése os lo enseñará todo y os traeré a la memoria
todo lo que yo os he dicho. (Juan 14, 15-26).
-Os
echarán de algunas sinagogas, pues llega la hora en que todo el que os quite la
vida pensará prestar un servicio a Dios. Y esto lo harán porque no conocieron
ni al Padre ni a mí. Pero yo os he dicho estas cosas para que, cuando llegue la
hora, os acordéis de ellas y de que yo os las he dicho; esto no lo dije desde
el principio porque estaba con vosotros. El cielo y la tierra pasarán pero mis
palabras no pasarán. (Juan 16, 1-4)
-Vosotros,
pues, ahora tenéis tristeza; pero de nuevo os veré, y se alegrará nuestro
corazón, y nadie será capaz de quitarnos nuestra alegría. En aquel día todo
será tan revelador que os veréis como necios preguntando cosas que debéis
recordar, si en verdad eres uno de nosotros.
-En
verdad os digo: Cuanto pidiereis al Padre os lo dará en mi nombre. Hasta ahora
no habéis pedido nada en mi nombre, porque estaba con vosotros; pedid y
recibiréis, para que sea cumplido vuestro gozo. (Juan 16, 22-24)
-Cuando
venga el nuevo maestro que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de
verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí, y vosotros daréis
también testimonio, porque hemos estado juntos, y cuando nos volvamos a ver en
siglos venideros, quienes tengamos el Espíritu de apóstoles, que quieren vivir y difundir la
filiación divina, nos reconoceremos, porque viviremos y predicaremos que todos
somos hermanos carnales y espirituales. (Juan 15, 26-27).
-Ahora
estoy por despedirme de vosotros; estoy por viajar a otros países. Recordad
todo lo que os he enseñado y la vida que he vivido entre vosotros. Mi amor os
sobrecogerá, mi espíritu morará con vosotros, y mi paz velará sobre vosotros.
Adiós.
Después de
hablar así, el Maestro se despidió. Esta despedida no fue, de ninguna manera,
diferente de sus otras despedidas durante los cuarenta días de reencuentros con
parientes y amigos antes de partir al exterior, simplemente dio la vuelta y
caminó sin elevarse al cielo.
Documentales de
televisión, documentos históricos, la Biblia, la iglesia católica y
prácticamente todas las organizaciones religiosas cristianas están de acuerdo
en afirmar que transcurrieron 40 días entre la supuesta resurrección y la
supuesta ascensión al cielo en cuerpo y alma; ahora, que si hubiese sido cierto
lo de la resurrección en cuerpo astral, ¿para qué iba Jesús a necesitar tanto
tiempo para despedirse de los suyos? ¿Sería más bien que Jesús necesitaba
recuperarse física y emocionalmente de la crucifixión; sería que consideró
importante y necesario despedirse de todos sus asociados y seguidores? ¿Sería
más bien que Jesús no quiso tirar por la borda más de tres años de intenso
ministerio público?
Desde ese
momento en adelante, hasta que los apóstoles fueron dispersados por la persecución, Santiago Zebedeo fue reconocido
como el jefe del cuerpo apostólico. Jesús no le otorgó nunca esa autoridad a
Pedro, y sus hermanos apóstoles nunca lo eligieron formalmente para esa responsabilidad.
De ahí en
adelante, la predicación pública se volvió la principal labor de los apóstoles.
Después del retorno de todos los asociados a Galilea, Matías, a quien
seleccionaron para que tomara el lugar de Judas, fue el tesorero.
Por último dice
el autor de este maravilloso libro:
“En el apéndice
comparto mis creencia actuales hasta este punto del relato. En la edición de la
obra completa se verá toda la documentación veraz que dan cuenta de la vida y
muerte a edad avanzada de Jesucristo en la India; y lo que sucedió con el
movimiento Reino de Dios en Palestina. También se rescatará todo lo que se sabe
de la vida de María Magdalena, María la madre de Jesús, y del fin de los demás
personajes importantes involucrados en la vida y obra de Jesucristo.”