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miércoles, 11 de marzo de 2015

Relato completo: 40 días después de la crucifixión

Cuando Jesucristo dice tengo sed, Martha, hermana de lázaro, le da de beber la fórmula de la divinización, con la que los faraones entraban en estado cataléptico para luego despertar de la muerte, y aparecer frente a sus súbditos como verdaderos elegidos por Dios para gobernarles, con poder para resucitar y regresar de la muerte.
Esta bebida fue la misma que Martha preparó a su hermano, usada para bajar la fiebre, como último recurso; y es por ello que Jesús dice: “Lázaro en realidad no está muerto, está dormido, pero yo voy a despertarle (Juan 11,11)”
En la pag 328 del libro VIDA OCULTA DE JESUCRISTO, se puede leer parte de los apuntes del apóstol Andrés, escriba del grupo:
“José, ayudado por su amigo Nicodemo, también sacerdote del sanedrín, condujeron el cuerpo a la tumba privada. José y Nicodemo descargaron el cuerpo en la loza sepulcral, y procedieron a desenvolverlo para ungirlo con mirra, según la costumbre.
Al desenvolver el lienzo, se dan cuenta que, durante la bajada de la cruz, la quitada de los clavos, y en el trayecto del Gólgota al sepulcro, las heridas se volvieron abrir, sangrando profusamente el sudario. Ambos se miraron sorprendidos, y, sin embargo, procedieron a limpiarle las heridas.
Nicodemo, con voz entrecortada, y sus ojos humedecidos, dijo a José:
-José, nuestro Maestro está vivo, mira cómo sangran las heridas mientras las limpiamos. Las manos de Nicodemo temblaban de la emoción, y mientras ayudaba a limpiarlo, apenas acertó decir:
-Los muertos no sangran mi querido José, nuestro Maestro duerme en un estado parecido a la muerte.
Estos dos buenos hombres no tenían ya la más mínima duda de que por el momento el amado Maestro continuaba con vida. Nicodemo correría en busca de plantas anti-inflamatorias y cicatrizantes para sanarle mientras fuera el momento de despertarlo.   Nicodemo dijo emocionado a José que iría a comprar todo el aloe vera que pudiera encontrar. Cerca de la tumba, Nicodemo vio unas cenizas que habían quedado de la quema  de una planta llamada Fagonia Mollis, e inmediatamente cogió lo que más pudo entre sus manos y se devolvió a la tumba y le pidió a José que pusiera  ceniza en las heridas de Jesús, y le indicó dónde encontrar más. Mientras transcurrían los minutos, José observaba que el cuerpo de Jesús no endurecía, como suele suceder con los cadáveres; José, con más esperanzas, curaba las heridas con cenizas de Uraca como también es llamada dicha planta.”
Pocos minutos después de una hora, llegó Nicodemo muy agitado, con mucho aloe y mirra. “Llegó Nicodemo,…y trajo…áloe, como unas cien libras” (lo confirma Juan 19, 39)
Según los apuntes de Andrés dados en el Libro de Urantia, se relata lo sucedido el  domingo en la madrugada, de la siguiente manera:   
José de Arimatea madrugó para ir solo al sepulcro y alertar a Nicodemo y ver qué  podían hacer antes de que llegaran las mujeres que querían preparar el cuerpo de Jesús. José de Arimatea y Nicodemo, al ver que las heridas habían secado y que su respiración era normal, decidieron despertarlo, moviéndolo y hablándole  suavemente para que no se exaltara al despertar.
Jesús despierta, y sorprendido, pregunta:
-¿O sea que lo de la crucifixión fue una cruel pesadilla?
José, emocionado, le responde:
-Nuestro Padre de los cielos quiso que no murieras aún. Como podrás ver, estamos en un sepulcro.
Jesús dijo:
Gracias  a los dos. Gracias Padre por haberme librado de la muerte a manos de necios y ciegos.
-¿Qué harás, Maestro?, preguntó Nicodemo
-Me ocultaré. Necesito nuevas vestiduras y nuevo aspecto —respondió Jesús.
-Iré inmediatamente por navaja y vestiduras. --respondió emocionado, José.
En menos de una hora, José había ido y regresado con todo lo necesario. En menos de 40 minutos Jesús estaba vestido con vestiduras similares a las de un humilde jardinero, estaba afeitado y con el cabello corto. Quedó prácticamente irreconocible para cualquier pariente o amigo.
El cambio debía ser radical para no ser reconocido fácilmente. Sólo los que escucharon su voz lo reconocieron después de mirarlo muy bien, dice el Nuevo Testamento. No podía correr riesgos.
-Salgamos inmediatamente de aquí. --dijo Jesús
Entre cinco y cinco y media de la mañana, los tres escucharon pisadas de personas, y al comprobar que se acercaban a la tumba, decidieron esconderse, pero no tuvieron tiempo de ayudar a Jesús a que se escondiera, de modo que se quedó recostado de espalda contra una roca mientras los otros dos se escondieron en un matorral.
Amigo lector del siglo 21, era claro que Jesús tenía que desaparecer de Palestina. Era, al fin y al cabo, un hombre perseguido. Para no ser descubierto, decide un cambio total en su aspecto exterior, como lo demuestra el texto del Evangelio de Marcos. "Después de esto se mostró en otra forma (figura distinta) a dos de ellos que iban de camino y se dirigían al campo” (Marcos 16,12); aquí se refiere al encuentro con dos campesinos camino a Emaus. Además, en Lucas 24, 15 dice: “…el mismo Jesús se les acercó e iba con ellos, pero sus ojos no podían reconocerle”
“Hasta el día en que fue arrebatado a lo alto después de haber dado instrucciones a los apóstoles que había elegido, a los cuales, después de su pasión, se presentó vivo, con muchas pruebas evidentes, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del Reino de Dios” (Hechos 1, 2-3 del N.T. Niceno)
“A esos mismos enviados, después de padecer, se les presentó vivo, con muchas pruebas convincentes, dejándose ver por ellos durante 40 días y hablándoles de lo referente al Reino de Dios” (Hechos de los enviados, Lucas (parte II) Prólogo, 1.1, del Nuevo Testamento Original traducido por Hugh J. Schonfield página 187, excluido en el Concilio de Nicea.)
En ambas citas bíblicas dice: “Se presentó vivo”, no dice: se les apareció como un fantasma; esa es una interpretación realizada como producto de más de mil años de adoctrinamiento.
A continuación transcribiré textualmente desde la página 333 a 335:

Reencuentro con parientes,  asociados y seguidores
Entre el domingo 9 de abril cuando Dios le salva de morir en la cruz, y el jueves 18 de mayo cuando parte hacia el exterior, transcurrieron 40 días. En estos 40 días Jesús realizó varias supuestas apariciones, que en aras de la verdad es más acertado llamar encuentros con parientes, apóstoles, asociados, y seguidores del movimiento político teocrático «Reino de Dios», también conocido como «Nuevo Reino» o simplemente «El Reino».
Por motivos de seguridad, Jesús no se presentó ante sus enemigos ni tampoco ante personas que pudieran delatarlo, como así lo hace constar el Nuevo Testamento niceno.
Es correcto decir que Jesús, después de la crucifixión, realizó varias reuniones y luego subió de Jerusalén a Galilea y después ascendió a la India, por el camino de Damasco.
Si Jesucristo hubiese resucitado como un ente divino, espiritual, no carnal, no en cuerpo humano físico, con el poder de aparecer y desaparecer en un instante, pregunto: ¿para qué iba a necesitar 40 días, para despedirse de los suyos?

María Magdalena encuentra la tumba Vacía
Cuando las mujeres llegaron al sepulcro de José para preparar el cuerpo de Jesús, mucho se sorprendieron al encontrar la tumba abierta; y sólo María Magdalena se atrevió a entrar. Allí vio una sábana blanca ensangrentada, muchos pedazos de tela; también vio una tela un poco gruesa, doblada a modo de almohada, una lámpara, y muchas otras cosas que José y Nicodemo habían usado para curar al Maestro.
Cuando María miró bien todo y no encontró el cuerpo de su amado, gritó: «¡no está, se lo han llevado!» Y como todas estaban muy nerviosas, las otras mujeres salieron corriendo despavoridas hasta una corta distancia.
Joana reaccionó, y dijo:
-hemos dejado atrás a María. --entonces regresaron.
María Magdalena dijo:
-Tratemos de calmarnos, a lo mejor estamos equivocadas de tumba.
En ningún momento a ninguna se le ocurrió pensar que había resucitado, y mucho menos que había sobrevivido a la crucifixión. Todas creyeron que se habían robado el cadáver o estaban en otro lugar.
Mientras estas mujeres especulaban sobre lo sucedido, María observó a una persona de espalda, y pensando que se trataba de algún celador o jardinero, preguntó ¿Dónde está la tumba de José de Arimatea?

María Magdalena abraza a su sobreviviente esposo
De espalda, recostado a una roca, de pelo corto, con vestiduras humildes y a escasa luz de la madrugada, le fue imposible reconocer a su marido. Y como vio que esa persona no le respondía, se sintió profundamente triste y se puso a llorar.
Entonces Jesús, variando su voz, le preguntó:
-¿A quién buscáis?
Mientras tanto, José de Arimatea y Nicodemo permanecían ocultos.
Con voz de angustia, María Magdalena respondió: buscamos a Jesús, mi esposo, que fue puesto en la tumba de José de Arimatea. ¿Es ésta su tumba?
Jesús, después de asegurarse que su nuevo aspecto lo hacía irreconocible, y que ningún extraño andaba por allí, respondió con voz entrecortada:
-María,  Soy yo, Jesús
Cuando ella oyó de nuevo la voz de su amado, inmediatamente la reconoció, y acercándose, le dijo: ¿En verdad eres tú, mi amor? 
Él se quitó el sombrero, y dijo:
-Soy yo, María; herido, pero a salvo.
Después de convencerse, María se lanzó a sus brazos llorando de la emoción y lo abrazó fuerte.
-No me estreches tan fuerte, estoy bastante adolorido. Es necesario que me oculte bajo estas vestiduras y mi nuevo aspecto —le dijo en baja voz.
Y las otras mujeres, creyendo que hablaba con un fantasma, se arrodillaron,  y entonces Él les dijo:
-No soy un espíritu, simplemente no había muerto cuando José reclamó mi cuerpo. Si en verdad me aman no digan a nadie que aún vivo, no sea que me vuelvan a crucificar. Vayámonos de aquí antes de que resucite el sol, que es el único que resucita todos los días. 
Y extendiendo sus brazos saludó a las demás mujeres, dejándose abrazar suavemente.
En Juan 20, 15: “ella, (María Magdalena) creyendo que era el hortelano, le dijo: Señor, si le has llevado tú, dime dónde le has puesto, y yo le tomaré. Díjole Jesús: ¡María! Ella, volviéndose, le dijo en hebreo ¡Rabboni!, que quiere decir Maestro”
El testimonio de que la piedra no estaba cubriendo la tumba lo da Lucas 24, 2-3: “Y encontraron removida del monumento la piedra, y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús”  La afirmación: “…y entrando, no hallaron…” explica lo espacioso que era el sepulcro de José de Arimatea.
Los expertos en griego antiguo certifican que el verbo estrechar, usado por Jesucristo, fue mal traducido al afirmar que Él dijo “no me toques”. Ellos insisten en decir que la expresión “no me estreches”, “no me abrases” denota una acción propia entre compañeros íntimos, ya que en el siglo primero no era bien visto que una mujer judía abrazara a un simple amigo. María y Jesús eran más que amigos, eran marido y mujer. 
Al considerar el papel prominente que jugó María Magdalena en la proclamación de las nuevas enseñanzas, es importante notar que ella era la portavoz principal del cuerpo de mujeres, así como Andrés lo era de los apóstoles. María indudablemente era la jefa de las mujeres, su maestra y su portavoz pública. María se había vuelto altamente segura de sí misma, de manera que su atrevimiento al dirigir la palabra a un hombre que ella consideraba ser el cuidador del jardín de José, sólo indica su rango social y cuán preocupada estaba por no haber encontrado el cuerpo de Jesús en la tumba. Fue la profundidad y agonía de su amor, la plenitud de su devoción lo que causó que ella olvidara, por un momento, las limitaciones convencionales impuestas a la forma en que una mujer judía podía dirigirse a un hombre extraño.
-Gracias José por tu excepcional generosidad. -Diles a todos mis apóstoles que se queden donde están. He de tomar algunas seguridades extras. Necesito un asno, pues aún me es difícil caminar. Dile a Simón el Zelote que me consiga guarda espaldas para mi escape de tierras palestinas.
Jesús caminó apoyándose en su esposa y en su salvador José.
-¡Mi marido está vivo, Dios me lo ha devuelto! ¡Desaparezcamos todos de aquí! -exclamó María Magdalena a sus amigas y compañeras de causa.
María Magdalena fue la única en saber dónde se encontraba Jesús. Fue la persona encargada de hacer todos los contactos; por eso figura en casi todos los reencuentros. ¿Por qué en casi todos los encuentros, mal llamados apariciones, se halla María Magdalena presente? ¿Sería porque siendo su esposa era la persona de confianza para servirle de enlace con todos los parientes y amigos? Por supuesto que sí; fue la que tuvo valor para entrar en la tumba y dirigir la palabra a un extraño que resultó ser su esposo.
De la tumba, bastante adolorido por las heridas que les fueron causadas durante la crucifixión, fue directamente a Betania montado en un asno recién adquirido muy cerca de allí por el buen José de Arimatea. De Betania a Emaús, Betel, Arimatea, y desde Sicar, hasta Scitópolis; y desde allí directamente al puerto de Tariquea en donde sube a una barca hasta el puerto de Betsaida y de allí a la casa de la familia Zebedeo en Cafarnaúm, luego a las aldeas portuarias de Tiro, Sarepta, y Sidón, donde se despide de sus apóstoles y otros amigos de mucha confianza, camino a Damasco, para iniciar Ruta a la India, la misma que siguió cuando viajó con Gonod y Ganid, cuando tenía 27 años de edad.
Ahora veamos de dicho libro la página 339:
Jesús recibe a los apóstoles hombres
Eran pasados las 6 de la tarde cuando llegaron los apóstoles a casa de Lázaro. María Magdalena los recibió y los invitó a esperar al Maestro en el mismo salón donde habían estado las mujeres apóstoles.
La puerta se abrió con un crujido, y Jesús franqueó el umbral quedando en presencia de todos.
“La tarde del primer día de la semana (domingo), estando cerradas las puertas del lugar donde se hallaban los discípulos por temor de los judíos, vino Jesús y, puesto en medio de ellos, les dijo:-La paz sea con vosotros. Y diciendo esto, les mostró las manos y el costado.” Los discípulos se alegraron viendo al Señor. Díjoles otra vez: la paz sea con vosotros.” (Juan 20, 19-21)

Los discípulos se alegraron grandemente de verle, y respon-dieron en coro:
-¡Y contigo, Maestro!
Los apóstoles, aterrados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.
-¿Por qué me miráis como si yo fuera un espíritu?
-Ved mis manos y mis pies, que yo soy. Palpadme y ved, que el espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.
Diciendo esto, les mostró las manos y los pies. No creyendo aún ellos, en fuerza del gozo y de la admiración, Jesús pidió algo de comer a su amada esposa María. Ella le dio un trozo de pez asado, y tomándolo, comió delante de ellos.
Después de conversar un poco y de lamentarse por la pérdida del tesorero Judas, dijo:
-Verlos a todos me llena de alegría, más de lo que puedo expresar; pero es muy arriesgado permanecer más tiempo aquí. Nos vemos el viernes 5 de mayo en Betsaida, a la salida del sol, donde siempre. Tened fe en Dios; teneos fe mutuamente. Como veis, sigo vivo; nada hay que temer, pero hay que ser prudentes y cuidadosos.
La nueva cita con los apóstoles en Betsaida (Galilea) y parte del relato anterior está registrada en Mateo 28, 8-10: “Partieron ligeras del monumento, llenas de temor y de gran gozo, corriendo a comunicarlo a los discípulos. Jesús le salió al encuentro, diciéndoles: Salve. Ellas, acercándose, asieron sus pies y se postraron ante él. Díjoles entonces Jesús: No temáis; id y decid a mis hermanos que vayan a Galilea y que allí me verán.”  El lector debe entender que por todo lo que fue ocultado, las citas bíblicas no siempre se ajustan al presente relato más real y cronológico.
Y dirigiéndose a David Zebedeo, dijo:
-Sé que debes estar ansioso por informar a todos nuestros seguidores que aún continúo con vida, pero debemos ser prudentes; así que reunirás a los mensajeros de más confianza para esparcir la noticia después que yo haya partido al exterior. Habla con María, ella te indicará cuándo y dónde me veré con Lázaro y Abner provenientes de Filadelfia y con Rodán de Alejandría. Para esta tarea ten supremo cuidado en la escogencia de los mensajeros.
-Lo haré cuando me lo indiques, Maestro –fue la respuesta de David. 
Cuando el Jesús sobreviviente les hubo hablado, se despidió fraternalmente de todos. Dos a dos sigilosamente salieron rumbo a Betsaida; dos de ellos irían primero por Tomás que se encontraba en Betfagé.
Si el Padre del cielo (Como Jesucristo se refería a Dios) lo hubiese resucitado, hubiera desaparecido todas sus heridas y le hubiese proporcionado un cuerpo astral, un ente divino y espiritual.
Tome una Biblia y compruébelo con sus propios ojos. Reconfirme lo dicho por Juan en el siguiente párrafo escrito por Lucas: “Mientras esto hablaban, se presentó en medio de ellos y les dijo: La paz sea con vosotros. Aterrados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Él les dijo: ¿Por qué os turbáis y por qué suben a vuestro corazón esos pensamientos? Ved mis manos y mis pies, que soy yo. Palpadme y ved, que el espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Diciendo esto, les mostró las manos y los pies. No creyendo aún ellos, en fuerza del gozo y de la admiración, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Le dieron un trozo de pez asado, y tomándolo, comió delante de ellos.” (Lucas 24, 36-43)

Jesús les mostró las manos y los pies; no dice que les mostró la herida de la lanza que supuestamente atravesó su corazón. No hubo atravesada de corazón con lanza alguna. “Le dieron un trozo de pez asado, y tomándolo, comió delante de ellos.”, para demostrarles que seguía siendo un cuerpo humano físico con estómago, que aún siente hambre; e insiste en decirles: “Palpadme y ved, que el espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.”  De manera insistente les dice que Él no es un resucitado, que no es un ente espiritual con cuerpo astral, que Él es el mismo que fue crucificado, y que por decisión de Dios no murió en la cruz: “Ved mis manos y mis pies, que soy yo.”
Lo que se construye sobre la mentira algún día se derrumba; lo que se levanta sobre la verdad nunca cae. Comencé el relato de la última semana de Pascua diciendo que sostener una mentira requiere de más mentiras; y quien descubre una verdad, revela otras verdades; y advertí que este libro renovará e incrementará la fe cristiana, porque siempre es preferible la verdad, y abominable es la mentira. Vuelvo y cito a Jesús: “Yo para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que posee la verdad oye mi voz. Pilato preguntó: ¿Y qué es la verdad?” (Juan 18, 37-38).
Jesús informa a los residentes en casa de Lázaro que a partir del lunes 10 de abril hasta el próximo lunes 18 de abril no era conveniente recibir visita de más asociados y seguidores de su movimiento Reino de Dios, y que por motivos de seguridad estaría recuperándose de su salud en una casa cerca de allí, y que si alguien fuera a buscarle, simplemente dijeran que ignoraban dónde se encontraba sin dar mayores explicaciones y sin referirse a la crucifixión o a su sobrevivencia. Fue tan hermético el manejo de la sobrevivencia de Jesús que en toda la semana siguiente nadie fue a buscarle en casa de Lázaro, excepto José de Arimatea y Nicodemo, sus salvadores por voluntad divina.

Camino a Emaús
Miércoles 20 de abril del año 30, después de descansar una semana completa, Jesús salió rumbo a Betsaida-Galilea, tomando la ruta por Emaús. A unos once Kilómetros al oeste de Jerusalén, se encontraron con dos hermanos pastores, Cleofas y Jacobo, que habían pasado la semana de pascua asistiendo a los sacrificios, ceremonias y festividades. Cleofas, el mayor, había escuchado varias prédicas y era un creyente a medias de Jesús; su hermano Jacobo lo era menos; pero ambos estaban enterados de los últimos acontecimientos e iban haciendo comentarios al respecto.
--¿De qué tanto habláis, hermanos míos? - preguntó Jesús a los pastores.
Cleofás respondió: hablamos de un tal Jesús, un profeta de Nazaret a quien los altos sacerdotes y nuestros líderes religiosos lo entregaron a los romanos para que lo crucificaran.
-¿Y vosotros que pensáis?
Jacobo, tomando la palabra, respondió:
-Sé que muchos tenían la esperanza de que Él fuera el que liberaría a Israel del yugo de los gentiles romanos.
-Yo estoy bastante familiarizado con sus enseñanzas, yo puedo daros mi opinión, si queréis —dijo Jesús.
--Sí, sí  -respondieron con ansias de oírlo.
-Este Jesús de quien vosotros habláis siempre insistió en aclarar que su reino no era de este mundo, para indicar que no tenía intereses económicos ni políticos. Su único interés era revelar la filiación divina  que hay entre todos los humanos y el Padre del cielo. A menudo repetía que todos somos hijos de Dios, y que por lo tanto todos somos hermanos.
-¿Acaso no habéis leído las escrituras donde se anunciaba su venida para este tiempo? Isaías advirtió que el espíritu de Dios descansaría sobre Él; que toda su vida la destinaría a predicar una nueva doctrina, que vendría a consolar a los tristes y dar ánimo a los afligidos; proclamar libertad a los cautivos y la liberación del pecado. Según he sabido de Él, todo esto y mucho más es lo que ha hecho y dicho.
María Magdalena y José tan sólo confirmaban con gestos, lo dicho por Jesús. Absteniéndose de revelar su identidad, continuó:
-Los que lo entregaron para ser crucificado ignoran que sus renovadoras ideas persistirán por muchos siglos. Su crucifixión fue una injusticia más. Quien desee que su crucifixión no haya sido en vano debe llevar a la práctica sus enseñanzas. El que dice, «Lo conozco», pero no obedece sus instrucciones, es un mentiroso y la verdad no está con él. El que le obedece, en cambio, en ése de veras se realiza plenamente el amor de Dios. Así nos damos cuenta de que estamos en Él. El que dice que continúa en Él, ése debe comportarse como Él se comportó. (Testimonio dado en Carta de Juan 1, 5, no incluida en el N.T. niceno, pero traducido por Hugh J. Schonfield en su libro EL NUEVO TESTAMENTO ORIGINAL)
-Y cuál fue su principal mandamiento --preguntó Jacobo.
-Ya os dije que Él dijo que todos somos hijos de Dios, y por lo tanto somos hermanos; y al ser Dios nuestro Padre debemos amarle como tal, y nosotros como hermanos debemos tratarnos con amor, tal como a cada uno de nosotros nos agrada ser amados.
En realidad fue mucho lo que Jesús habló al percibir que estaba frente a dos almas receptivas a las enseñanzas del recién crucificado.
Nunca antes el camino de regreso a casa para estos dos pastores había sido tan corto y tan productivo. Cuando menos imaginaron, estaban frente a la entrada de su casa. Los tres se despidieron muy cariñosamente recomendándoles aplicar y propagar las enseñanzas repasadas. Pero los pastores les insistieron para que se quedaran porque muy pronto anochecería. Después de una humilde cena ofrecida por la esposa de uno de los pastores, la pareja de forasteros durmieron juntos para recuperar fuerzas y emprender la marcha bien temprano al día siguiente.
“Obligáronle diciéndole: Quédate con nosotros, pues el día ya declina. Y entró para quedarse con ellos” “(Lucas 24, 29) Si Jesús se le hubiese presentado en cuerpo celeste, estos dos pastores no les hubiesen rogado (obligado) para que se quedara y durmiese en su casa, en razón a que ya el día declinaba y daba paso a la noche.
En otros versículos se lee que Jesús descansó, durmió, bebió y comió después de la crucifixión. En Hechos de los apóstoles 1, 3, dice bien claro:  “… a los cuales (apóstoles), después de su pasión (crucifixión), se presentó vivo, con muchas pruebas evidentes, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios” Los paréntesis son aclaraciones, lo demás es transcrito textualmente para ser interpretado literalmente.
Un cuerpo astral, celestial, inmaterial, resucitado, no tiene necesidades físicas como cualquier otro cuerpo humano sí las tiene; y mucho menos iba a necesitar de 40 días para despedirse de parientes, amigos y seguidores. ¿Puede imaginarse el ridículo que hubiese hecho Jesús al regresar del baño, si hubiese afirmado que Él era un resucitado, que él era el mismísimo Dios, que tenía poder sobre la muerte? Aún más, Jesús se refiere a sí mismo como hijo de hombre comilón y bebedor:
“¿A quién compararé yo esta generación? Es semejante a niños sentados en la plaza que se gritan unos a otros, diciendo: «Os tocamos la flauta, y no habéis danzado; hemos entonado canto de duelo, y no os habéis golpeado el pecho». Porque vino Juan, que no comía ni bebía, y dicen: Está poseído del demonio. Vino el Hijo del hombre, comiendo y bebiendo, y dicen: Es un comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores. Y la sabiduría se justifica por sus obras.”
Además, cuando Jesús fue interrogado sobre la resurrección, Él respondió con absoluta claridad:
“Los que experimentan la resurrección son más parecidos a los ángeles del cielo, sin las necesidades de la carne, nunca mueren y son eternamente los hijos de Dios; son los hijos de la luz, resucitados al progreso de la vida eterna. Así pues, yo declaro que nuestro Padre no es el Dios de los muertos sino el de los vivos. En Él todos nosotros vivimos y nos reproducimos y poseemos nuestra existencia mortal. Recordad siempre que los resucitados son como los ángeles que ni se casan ni son dados en matrimonio, porque son inmateriales, criaturas puramente espirituales. En las esferas celestiales, la resurrección de los muertos se da sin la carne que tenían mientras vivían.”  (Texto parecido en: Mateo 22, 23-33; Marcos 12, 18-27; Lucas 20, 27-40).   
Sin molestar por el desayuno, agradecieron muy afectuosamente y salieron antes de que el sol mostrara su resplandeciente cara. Para ese momento los escoltas secretos habían vigilado por turno toda la noche y estaban listos para seguir con su tarea muy cerca de allí. José de Arimatea había ido por los escoltas.
Cleofás y Jacobo pensaron que dicha pareja había sido, tal vez, allegados íntimos y de mucha confianza del crucificado, pero prudentemente se abstuvieron de preguntar quiénes eran en realidad, y por qué sabían tanto sobre la doctrina predicada por el  crucificado.

Descanso de Jesús en Arimatea
El jueves 21 de abril, al medio día, se detuvieron en Betel para tomar alimentos y continuar hasta Arimatea, pequeña población de gran renombre en el Nuevo Testamento tradicional. ¡Qué mejor lugar para descansar otra semana que una aldea, un poco alejada de la carretera frecuentada por viajeros! Descansaron en la casa de unos parientes ancianos de José, oriundos de Arimatea.
Ya relativamente lejos y un poco más a salvo de sus enemigos, Jesús quiso descansar otra semana para recuperarse de sus heridas físicas y emocionales. Allí, bien cuidado y alimentado, estuvo planeando cómo despedirse de gran parte de sus seguidores sin correr mayores riesgos.
El sábado 23 de abril ya tenía su itinerario definido: Para el miércoles 3 de mayo, después del mediodía, cita en Scitópolis con Lázaro, Abner y demás seguidores procedentes de Filadelfia, otra de las 10 ciudades que integraban lo que se conocía como la Decápolis; viernes 5 de mayo, re encuentro con los apóstoles en Betsaida, bien temprano para desayunar con ellos; miércoles 10 de mayo, reunión de despedida con los comandantes Celotas en el monte Hermón; Martes 16 de mayo, en las horas de la tarde, cita con los seguidores egipcios procedentes de Alejandría, comandados por Rodán, en la ciudad portuaria de Tiro-Fenicia. Scitópolis y Tiro eran dos ciudades ubicadas lejos y por fuera de la jurisdicción de la familia herodiana y de Pilatos, y de fácil llegada para sus seguidores y asociados.
Por relatos anteriores, se sabe que el movimiento de Jesús tenía más de 42 mensajeros ubicados estratégicamente en todos los lugares donde habían llegado sus enseñanzas y su labor humanitaria.
José y María salieron en busca de mensajeros residentes en Arimatea para que entregaran, con suficiente anticipación, dicha información a sus respectivos destinatarios. Natan de Bursiris, mensajero, parte hacia Alejandría el domingo 24 de abril para llegar donde Rodán el jueves 4 de mayo para informar de la cita programada para el martes 16 de mayo en Tiro. Otros mensajeros fueron enviados a los respectivos lugares para el estricto cumplimiento de la agenda de despedida de Jesús, antes de partir hacia el exterior.
Viernes 29 de abril, después de otra semana de cuidados intensivos, emprendieron la marcha, llegando a Sicar en las horas de la tarde.

Jesús en Sicar
A eso de las 3 de la tarde del viernes 29, el Maestro apareció ante Nalda y varios creyentes samaritanos junto al pozo de Jacob. Los creyentes acostumbraban a reunirse en este lugar, cerca del sitio donde Jesús habló a Nalda sobre el agua viva. Este día, en el momento que ellos terminaban su conversación sobre la noticia de que un crucificado había sobrevivido y escapado de Jerusalén, Jesús se presentó ante todos, diciendo:
-Que la paz sea con vosotros. Os regocijáis de saber que Dios Padre escuchó la oración de un señor crucificado injustamente, y que de manera inusual y milagrosa sobrevivió a la crucifixión y salió vivo de la tumba donde le habían puesto. Yo quiero transmitiros lo que este buen señor, llamado Jesús, predicaba; recuerdo escucharle decir:
-Si sois hijos de un Dios Padre por la fe, no moriréis jamás, no pereceréis. El evangelio del reino, --por Él predicado, enseñó que todos los humanos son hijos de Dios. Y esta buena nueva sobre el amor del Padre celestial por sus criaturas en la tierra, debe ser difundida. -Era su gran recomendación.
-El momento ha llegado en que ya no adoraréis a Dios ni en Gerizim ni en Jerusalén, sino donde estéis, como estéis, en espíritu y en verdad –era su gran proclamación.
-Es vuestra fe la que salva vuestra alma –insistía a menudo.
-La salvación es el don de Dios para todos los que creen que son sus hijos. Pero no os engañéis; aunque la salvación es un don gratuito de Dios y es otorgada a los que la aceptan por la fe, lo que sigue es la experiencia de rendir los frutos de esta vida espiritual tal como se la vive en la carne –repetía a menudo.
-La aceptación de la doctrina de la paternidad de Dios implica que también aceptéis libremente la verdad asociada de la hermandad del humano. Si el humano es tu hermano, él es aún más que tu prójimo, a quien el Padre exige que ames como a ti mismo. Tu hermano pertenece a tu familia; así pues, lo amarás no sólo con el afecto familiar sino que también lo servirás como te servirías a ti mismo. Y amaréis y serviréis a vuestro hermano de este modo porque vosotros, siendo mis hermanos, así habéis sido amados y servidos por mí. -Decía con su gran corazón a todos los que le escuchaban. 
-Id pues por toda Samaria, difundiendo la buena nueva a todas las criaturas de todas las razas, tribus y naciones. Mi espíritu irá delante de vosotros, y yo estaré siempre con vosotros – les prometía.
-Y por decir estas cosas, y no someterse a lo literalmente exigido en antiguas Escrituras fue crucificado, pero su ferviente y confiada oración fue escuchada. Si no hubiese sido escuchada, vana hubiese sido su fe puesta en la oración. 
Estos samaritanos se asombraron mucho de que un hombre, que hablara así, hubiese sido crucificado; y por eso, uno de ellos dijo: «Malditos sean sus verdugos» y otro gritó: «Con razón Dios le salvó de morir en la cruz»
Nalda no hacía más que mirarle y admirarle, y cuando se hubo Jesús alejado de ellos, dijo: «Casi me atrevo asegurar que quien nos habló era el mismísimo Jesús con quien hablé en meses anteriores. Físicamente es muy diferente y sus vestiduras no son las mismas, pero su melódica y clara voz es inconfundible. Seguramente cambió de aspecto para poder huir»
-Ustedes las mujeres siempre ven cosas que los hombres nunca vemos –dijo un samaritano discriminador y machista.
Sin embargo, ninguno puso cuidado a las palabras de Nalda. Quienes le escucharon retransmitieron esta versión del Jesús crucificado que había sobrevivido. Y de esta manera, fueron tierra abonada para cuando llegaron los apóstoles a predicar en su nombre.
Jesús partió inmediatamente por una nueva ruta para llegar a Scitópolis y luego camino a Betsaida, escoltado por cinco fuertes y bien armados zelotes.
El sábado 30 de abril pasaron todo el día y la noche descansando en una aldea del Monte Gilboa, cerca de Scitópolis, donde muy pronto se reuniría con los seguidores procedentes de Filadelfia. Recuérdese, miércoles 3 de mayo, después del mediodía, cita en Scitópolis con Lázaro, Abner y demás seguidores procedentes de Filadelfia; y el martes 16 de mayo, en las horas de la tarde, cita con los seguidores egipcios procedentes de Alejandría. Observen en un mapa de la época y verán que es la ruta más lógica.

Reencuentro en Scitópolis con seguidores de Filadelfia
Así pues, el gran encuentro con estos grandes amigos e incondicionales seguidores pronto se produciría. Este encuentro ocurrió justo después de la apertura de una reunión especial en la sinagoga, convocada por Abner para analizar la supervivencia de Jesús y el futuro del movimiento Reino de Dios. Lázaro, otro superviviente gracias a la fórmula usada en la ceremonia de divinización de faraones, no tuvo dificultad en creer que Jesús había sobrevivido a la crucifixión.
La reunión en la sinagoga era inaugurada por Abner y Lázaro. Cuando estaban ambos de pie en el púlpito, cuando todos los creyentes reunidos terminaban de escuchar un pasaje de la Torá, vieron aparecer de súbito el aspecto diferente del Maestro, sin barba ni pelo largo y con vestiduras de un obrero humilde, es decir, de forma irreconocible para parientes, amigos y enemigos. Nadie le reconoció, pero cuando todos escucharon su voz y su particular forma de saludar: «Que la paz sea con vosotros. Todos vosotros sabéis que tenemos un Padre en el cielo y que os traigo un nuevo evangelio del reino», algunos lo interrumpieron, exclamando: ¡Pero si es el Maestro! Cuando el Maestro les regaló su singular sonrisa, todos gritaron: Sí, es el Maestro; y aplaudieron felices. Otros gritaban ¡Alabado sea nuestro Padre del cielo que nos lo ha devuelto! Después de algunos minutos de histeria, levantó sus manos solicitando silencio, y digo:
-Sólo nuestro Padre decide el día de nuestra partida, nadie más. He sobrevivido a la crucifixión porque mi Padre del cielo considera que mi obra aún no ha sido terminada. Regocijaos por vuestra lealtad al nuevo evangelio, orad al Padre de la verdad para que os otorgue en vuestro corazón un amor nuevo y más grande por vuestros semejantes. Debemos amarnos los unos a los otros como nuestro Padre del cielo nos ama. Con comprensión y afecto fraterno, recibid, en comunión de hermandad, a todos vuestros hermanos y hermanas que se dedican a la proclamación de la buena nueva, sean judíos o gentiles, griegos o romanos, persas o etíopes. Juan el Bautista proclamó este reino por adelantado.
-Todos vosotros sois los hijos de la luz, por eso, no tropecéis en marañas de malentendidos en cuanto al hecho de haberme salvado de morir en la cruz; si bien es cierto que ha sido como volver a nacer, porque ahora veo las cosas de otra manera, jamás se debe decir que resucité de manera literal, aunque en sentido metafórico fue como haber resucitado.
-Recordad que si nos amamos los unos a los otros, sabrán que somos leales a nuestro Padre del cielo. Id, pues, a proclamar el evangelio de la paternidad de Dios y de la hermandad de los humanos a todas las naciones, y sed sabios en vuestra elección de los métodos para presentar la buena nueva.
-No temáis, pues no hay cosa más noble que morir sirviendo a nuestro Padre. Si Él cree que aún no habéis cumplido la misión, no dudéis que de alguna manera Él os rescatará, tal como me rescató a mí por medio de José de Arimatea que reclamó mi cuerpo, y de Nicodemo que tuvo la sabiduría para darse cuenta de que yo aún estaba vivo.
- Hombres y mujeres deben amarse y servirse mutuamente, así como yo os he amado y servido. Con compasiva comprensión y afecto fraterno, recibid, en comunión de hermandad, a todos los que se dedican a la proclamación de la buena nueva, sean de donde sean.
-Id, pues, a donde más podáis, a proclamar el evangelio de la paternidad de Dios y de la hermandad de los humanos de todas las naciones y razas. Libremente habéis recibido este evangelio del reino, y libremente daréis la buena nueva a quienes os escuchen. No temáis la resistencia del mal, porque Dios está siempre con nosotros, aun hasta el fin de los tiempos. Debo llevar la buena nueva a otros rincones de la  Tierra, por eso no me volveréis a ver por estos lugares. Mi paz os dejo.
En el momento en que dijo: «Mi paz os dejo», levantó su mano y se despidió moviéndolas, cual ser mortal se despide en todos los tiempos.
Con excepción de las manifestaciones públicas en Galilea, antes de la crucifixión, este grupo de seguidores, procedentes de Filadelfia, fue el grupo más grande de mortales que le vio después de la crucifixión.
Después de que todos los asistentes partieron, Jesús, María y José conversaron en privado con Lázaro y Abner. Temprano por la mañana siguiente, estos creyentes de Filadelfia salieron a proclamar que Jesús de Nazaret había sobrevivido milagrosamente por voluntad del Padre del cielo y que eso debía animarlos a seguir proclamando sus enseñanzas.

Rumores de sobrevivencia de Jesús
Cuando los apóstoles se fueron de Jerusalén en dirección a Galilea, los líderes judíos del Sanedrín ya se habían calmado considerablemente. Ya que Jesús sólo se presentó ante familiares y creyentes del reino, y puesto que los apóstoles permanecían ocultos, los potentados de los judíos concluyeron que el movimiento del evangelio estaba efectivamente derrotado.
Estaban, por supuesto, desconcertados por algunos débiles rumores de que Jesús había sobrevivido a la crucifixión y había salido vivo de la tumba; por esto, sobornaron a los soldados romanos para que contrarrestaran, en forma eficaz, todas estas leves sospechas. Pidieron a estos soldados que dijeran que una banda de sus seguidores había robado el cadáver mientras ellos lo vigilaban.
La gran mentira de lo sucedido se empieza a gestar con una falsa noticia de sus enemigos: 
“El anuncio a los judíos. Mientras iban ellas, algunos de los guardias vinieron a la ciudad y comunicaron a los príncipes de los sacerdotes todo lo sucedido. Reunidos éstos en consejo con los ancianos, tomaron bastante dinero y se lo dieron a los soldados, diciéndoles: Decid que, «viniendo los discípulos de noche, le robaron mientras nosotros dormíamos». Y si llegase la cosa a oídos del gobernador, nosotros le convenceremos para que no os inquietéis. Ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había dicho. Esta noticia se divulgó entre los judíos hasta el día de hoy.” (Mateo 28, 11-15).
Decid la siguiente mentira: “que, «viniendo los discípulos de noche, le robaron mientras nosotros dormíamos” Por favor lean que dice: “tomaron bastante dinero y se lo dieron a los soldados, diciéndoles: Decid que,” “Ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había dicho” En otras palabras, se trató de un soborno para que mintieran.
Es bastante difícil creer que el gobernador Pilato, hubiese destinado varios soldados romanos para cuidar un cadáver de un judío que él mismo había sentenciado a morir crucificado. Pilato no quería a los judíos. La intención de los enemigos de Jesús, con una mentira poco creíble, es un insulto a la lógica y a la razón.
Cuando partieron los apóstoles para Galilea, Juan Marcos los acompañó. Los siguió al salir de la ciudad y después de pasar más allá de Betania; se les acercó atrevidamente, confiando en que ya no lo enviarían de vuelta por ser tan joven.

Gran reunión en Betsaida
Aproximadamente a las seis de la mañana del viernes 5 de mayo, los apóstoles divisaron la barca donde venía su Maestro acompañado de su esposa María; habían partido el día anterior del puerto de Tariquea. Pedro, que había sido siempre de acción impensada e impetuosa, salió corriendo a su encuentro, y fue el primero que subió a la barca para saludar a la pareja de promesa divina. Los apóstoles ya habían pescado lo suficiente para preparar el desayuno. Entre ellos se encontraba el joven Juan Marcos, y Tomás que había regresado de Betfagé.
Juan Marcos trajo los peces para que María Magdalena, ayudada por otras mujeres, los preparara. Una vez servidos los peces, Jesús rompió el pan y se lo entregó a Juan Marcos, quien a su vez sirvió a los hambrientos apóstoles. Cuando todos estuvieron servidos, Jesús les habló rememorando muchas experiencias en Galilea junto a este mismo lago.
Después que todos hubieron desayunado, Jesús se acercó a Juan Marcos, y tocándole la cabeza, dijo:
--Me alegro que estés con nosotros de nuevo.
Y dirigiéndose, cariñosamente, a Tomás, dijo:
--Lamento que mis heridas ya estén cerradas y que no puedas meter tus dedos en ellas.
-Maestro, eso lo dije en broma y porque iba saliendo de afán para Betfagé; pero tú sabes que mi felicidad por verte es auténtica y sincera- y en diciendo esto se abalanzó a abrazarlo. Con Tomás entre sus brazos, Jesús lo tranquilizó diciéndole:
-Tranquilo Tomás, no eres el único que cree después de haber visto; pero bienaventurados sean los que en el futuro crean en mis enseñanzas sin haberme visto y oído.
Y separándolo se le puso en frente, lo cogió de sus hombros, y le preguntó:
-¿Tú crees en mis enseñanzas?
Absolutamente --respondió Tomás.
-Eso es lo importante, hermano mío.
Y sin soltarlo le dijo:
-Para las generaciones venideras no es tan importante que crean que yo logré sobrevivir a la crucifixión, porque, al fin y al cabo, algún día moriré. Ten coraje, sé fuerte en la fe y poderoso en el reino de Dios. No debes actuar tan infantilmente dudando todo el tiempo. No dudes por dudar, mi hermano Tomás.
“Tomas, uno de los doce, llamado Dídimo (significa gemelo), no estaba con ellos cuando vino Jesús. Dijéronle, pues, los otros discípulos: Hemos visto al Señor. El les dijo: Si no veo en sus manos la señal de los clavos y meto mi dedo en el lugar de los clavos y mi mano en su costado, no creeré.” (Juan 20, 24-25).
Es erróneo pensar que Tomás quisiera meter su mano dentro de la herida del costado. Es un error de transcripción y de traducción posterior. El N.T. original, traducido directamente del arameo por Schonfield, habla de verificar heridas de los pies y de las manos; como es más lógico, racional y creíble.

Jesús bendice a mujeres y hombres asociados del Reino de Dios
Al mediodía del sábado 6 de mayo, las mujeres y hombres más cercanos y comprometidos se reunieron en una bien conocida colina, cerca de Capernaum, donde, en años anteriores, los 24 apóstoles habían sido consagrados.
A finales del mes de marzo del año 3785 (779 año romano, año 26 de nuestra Era) Jesús de Nazaret, apoyado por María de Magdala, inicia el montaje físico y la organización de la primera escuela evangelista y el primer hospital de propiedad del Movimiento Reino de Dios en la Tierra, cuyo otro nombre era Nuevo Reino o simplemente el Reino. Durante el nacimiento y crecimiento del nuevo movimiento teocrático, y sobre todo, humanitario, Jesús contó con el apoyo eficiente de entusiastas mujeres, esposas e hijas de algunos importantes asociados hombres. Después de más de dos años de participación activa, Jesús reconoció su eficiente y eficaz labor; y en una audaz acción decidió, en la tarde del 16 de enero del año 29 de nuestra era, seleccionar 12 mujeres para enseñar el evangelio del Reino y ministrar  (socorrer) a los enfermos, nombradas oficialmente como apóstoles, ordenadas y consagradas en ceremonia similar a la que se hizo con los doce apóstoles hombres.
Como lo ha demostrado la historia, las mujeres son tan capaces como los hombres para ejercer cualquier actividad profesional. En los albores de la iglesia cristiana, las mujeres instructoras y ministras eran llamadas diaconisas, y se les daba reconocimiento formal y general, demostrándose también que ellas no son espiritualmente inferiores a los hombres. Al Maestro se le escuchó, muchas veces, decir: «en el reino del cielo no hay ricos ni pobres, ni libres ni esclavos, ni hombres ni mujeres, todos son igualmente hijos e hijas de Dios». En este y otros sentidos, Saulo-Pablo fue anticristiano.
Pues bien, este nuevo encuentro ocurrió en el mismo monte en que el Maestro los había apartado como sus apóstoles y como embajadores del reino del Padre en la tierra.
En esta ocasión, los 24 apóstoles se arrodillaron formando un círculo alrededor del líder fundador, le oyeron repetir los encargos, y recibieron de manera sublime y emotiva la bendición. Todo esto fue para ellos como una recordación de su consagración al servicio del Padre. El Maestro -el Jesús sobreviviente- oró de manera majestuosa y con palabras de poder, como nunca antes los apóstoles (mujeres y hombres) le habían oído. Era indudable que Jesús había bajado de la cruz y salido de la tumba bastante fortalecido espiritualmente como un indiscutible ungido, elegido por Dios para dar un nuevo evangelio, no sólo a los hebreos sino también a toda la humanidad.
-Casi muero en la cruz, pero os aseguro que nadie tiene amor mayor que este de dar uno la vida por sus amigos si es necesario. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os he enseñado. Yo no os llamo siervos porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os digo amigos porque todo lo que sé de nuestro Padre os lo he dado a conocer. No os he elegido ni me habéis elegido, todos hemos sido elegidos por el Padre de los cielos. (Parecido en Juan 15, 13-16).
Recuerde que mucho fue ocultado y tergiversado, por lo tanto, algunas citas bíblicas no las encontrará exactamente igual.
El Maestro pasó una hora en este monte con sus embajadores, y después de conversar afectuosamente con todos ellos, por motivos de seguridad, se despidió pronto.

Jesús se despide de los Zelotes
Después de pasar algún tiempo entre Betsaida y Cafarnaúm, Jesús partió el domingo 7 de mayo hacia Cesarea de Filipo, llegando el martes 9 a pasar la noche en Beit Jenn y madrugando el miércoles para subir al Monte Hermón y entrevistarse con su tío Simón.
-A mediados de agosto del año 25 de nuestra era, Jesús se había reunido con su tío Simón, quien era el jefe del mayor frente revolucionario del movimiento Zelotes (Celotas), atrincherado en un lugar de difícil acceso en el monte Hermón, cuyo camino se encontraba vigilado por el patriota Tiglat, a quien Jesús había encargado de comprar provisiones en Beit Jenn, una aldea al pie de este monte.-
Jesús había logrado, a través de este gran comandante zelote, una tregua militar, para Él intentar unificar a su pueblo por la vía pacífica, por la vía de sus predicaciones y de su gran obra humanitaria con su cuerpo de médicos y enfermeros, recorriendo toda Palestina. 
Luego de la crucifixión y despedida del máximo líder del movimiento pacifista Reino de Dios, las cosas cambiaron radicalmente.
Con motivo del informe oportuno de unos de los mensajeros del movimiento Reino de Dios, ese día se encontraban en el campamento comandado por su tío materno Simón, gran parte de los líderes Celotas (Zelotes) que operaba en toda Palestina.
Después de un saludo patriótico a todos los revolucionarios presentes, el comandante le concedió la palabra a su sobrino para que iniciara la reunión.
Luego de que todos los líderes escucharon un detallado relato del engaño de que fueron víctimas Él y Judas por parte del ex sumo sacerdote Anás y del sumo sacerdote Caifás, y del posterior juicio inicuo por parte de algunos miembros del sanedrín en el que le condenaron a morir crucificado, Jesús exclamó con gran sentimiento:
-Lo que más me ha dolido, es el suicidio de mi gran confidente y asesor Judas.
-Y un gran patriota Celota –recalcó otro de los asistentes.
Tomando la palabra el comandante Simón, dijo:
Mi querido sobrino, Jesús, ¿quieres recordarnos ¿cuándo fue la última vez que estuviste aquí exponiendo tus ideas pacifistas?
-Mi querido tío, eso fue a mediados de agosto del año 3784 cuando me felicitaste por mi cumpleaños número 31. ¡Cómo olvidarlo!
¿Quieres recordar qué te prometimos ese día después de escuchar tus planes de montar un hospital para ministrar salud a los enfermos y de crear un nuevo movimiento con orientación pacifista?
-Prometiste que hablarías con los demás comandantes Celotas para decretar una tregua militar de manera unilateral, y que nos ofrecerían protección para nuestras giras, y que ordenarían a sus miembros a participar activamente de las actividades y funciones que yo tuviera a bien asignarles.
Recordó y agregó:
-Y por eso estoy aquí, mi querido Tío Simón, para agradecerles en nombre de todos mis asociados y seguidores, y para despedirme de ustedes y de Palestina porque parto para tierras lejanas. Por la vía pacífica no pude lograr un mejor futuro para mi pueblo. Creo que mi trabajo en tierras hebreas, por ahora, ha llegado a su fin.
El tío Simón llamó a parte a los demás líderes, y en pocos minutos tomaron una decisión.

Los Celotas rompen tregua militar
- ¿Me quieres decir, sobrino, qué día es hoy?
-Hoy es miércoles 10 de mayo del año 3789, tío Simón.
-Pues bien, mi querido Jesús, hoy miércoles 10 de mayo del presente año todos los comandantes aquí reunidos te informamos que hemos decidido romper la tregua militar acordada a mediados de agosto del año 3784. Iniciaremos guerra sin cuartel contra el viejo Anás, el corrupto Caifás y los 30 miembros del Sanedrín que fallidamente intentaron asesinarte. Iniciaremos guerra para expulsar a los romanos de nuestras tierras.
Huhg J Schonfield en la introducción del Nuevo Testamento Original dice: “Conforme a la tradición primitiva, la comunidad madre de los seguidores de Jesús se hallaba establecida en Jerusalén, bajo la dirección de sus discípulos personales encabezado por su hermano menor, el siguiente en edad, Santiago. Éste era un santo varón, al que idolatraba la multitud judía de Jerusalén. Murió asesinado a instigación del autocrático sumo sacerdote Anás el joven, como lo recuerda Josefo en sus Antigüedades judías. Al propio Anás lo asesinaron también durante la revuelta judía”
Después de la crucifixión de Jesús, el orden público en Judea fue tan incontrolable para Pilato, que poco tiempo después fue destituido de su cargo.
-Tío Simón, respeto vuestra decisión. Quiero, en agradecimiento al apoyo recibido durante más de 3 años a nuestro movimiento Reino de Dios, si son vuestros deseos, manifestar a mis asociados y seguidores que es mi voluntad que toda la estructura organizativa de nuestro movimiento continúe trabajando junto a ustedes, por la liberación de nuestro pueblo. Es un trabajo que no se puede desconocer ni perder.
Todos los presentes aplaudieron tan inesperada decisión, y Jesús continuó diciendo:
-Seguramente esperarán a que yo manifieste «“Cuanto a esos mis enemigos que no quisieron que yo reinase sobre ellos, traedlos acá y delante de mí degolladlos” (En algunas versiones de Biblia, aparece textualmente esta cita en Lucas 19, 27) Jesús agrega sin pausa: Sobre todo tú, tío Simón, sabes que ese no es mi proceder, y que justamente por eso he decidido continuar predicando mis enseñanzas pacifistas en tierras lejanas, hasta el fin de mis días o hasta cuando yo pueda regresar, si las nuevas circunstancias me lo permiten.
Sobre el regreso del Hijo del Hombre Lucas 21, 32 asegura que será pronto: “En verdad os digo que no pasará esta generación antes que todo suceda.”
-Lo sé muy bien sobrino, por eso comprendemos y respetamos tu decisión, la consideramos sensata y queremos decirte que si por la vía armada logramos recuperar el reino material para los judíos, nuestro único candidato como rey de Israel sigues siendo tú, y nadie mejor que tú. -enfatizó el comandante Simón, y todos dieron su aprobación.
Jesús se despidió muy cordialmente de todos los asistentes a tan importante reunión. Al final de su entrevista y despedida, Jesús se reencontró con Tiglat quien le escoltaría en su descenso. Jesús le indicó que se devolviera, y le dijo:
-El período de trabajo en Palestina ha terminado; debo iniciar mi trabajo en el exterior, debo ir en busca de las otras tribus de Israel.
Luego siguió hacia el sur por el mismo camino que había llegado.

Reunión pública en Cafarnaúm
La noticia de las apariciones de Jesús se estaba difundiendo por todo Galilea, y cada día llegaban más creyentes a la casa de la familia Zebedeo para preguntar sobre la supervivencia del Maestro y averiguar la verdad sobre estas supuestas apariciones, que eran reencuentros para hacer recomendaciones especiales, antes de partir al exterior.
En el mismo lugar donde habían tenido su campamento y el hospital, convocaron una reunión para el sábado 13 de mayo a las tres de la tarde. Estaban congregados aquí en este momento hombres y mujeres apóstoles, muchos discípulos y gran número de seguidores del movimiento Reino de Dios.
En esta reunión, Pedro dio un sermón bastante emotivo, y al final del mismo, dijo:
--Afirmamos que Jesús de Nazaret no murió en la cruz, declaramos que ha sobrevivido a la crucifixión; y para felicidad de todos nosotros, hoy estará aquí, queridas hermanas y hermanos, mi Maestro, el Maestro de todos.
En el momento en que terminaba de pronunciar esta declaración testimonial verdadera, allí, a su lado, a plena vista de toda la gente, se presentó Jesús con María Magdalena, en carne y hueso, como cualquier otro mortal, y dijo su saludo habitual:
-Que la paz sea con vosotros. Éste es el grupo más representativo de creyentes, apóstoles y discípulos, tanto hombres como mujeres ante el cual haya aparecido desde el momento de mi supervivencia a la crucifixión. Os llamo ahora a testimonio de que os dije de antemano que mi estadía entre vosotros tendría fin. En otra ocasión os dije que deseaba predicar también a las otras tribus de Israel; y es por ello, que finalmente debo viajar a tierras lejanas en su búsqueda.
-Ahora debéis prestar oído a mis palabras  para no cometer el error de oír mis enseñanzas con el corazón mientras vuestra mente no comprende el significado. Desde el comienzo de mi estadía os dije que mi gran propósito es revelar el Padre del cielo a sus hijos en la tierra.
-He vivido el auto otorgamiento revelador de Dios para que vosotros pudieseis experimentar la carrera del que conoce a Dios. He revelado a Dios como nuestro Padre en el cielo; os he revelado a vosotros como hijos de Dios en la tierra. Es un hecho que Dios nos ama a todos como sus hijos. Por la fe en mi palabra, este hecho se torna una verdad eterna y viva en nuestro corazón y en nuestra mente. Cuando por la fe viva os tornéis divinamente conscientes de Dios, naceréis del Espíritu como hijos de la luz y de la vida, aun la vida eterna en la cual ascenderéis y alcanzaréis la experiencia de encontrar a Dios Padre en el Paraíso.
-Os ruego que recordéis siempre que nuestra misión es la proclamación del evangelio del Reino de Dios en la Tierra, la realidad de la paternidad de Dios y la verdad de la filiación del humano. Proclamad toda la verdad de la buena nueva, enseñada durante los últimos años, no tan sólo una parte del evangelio salvador.
-Nuestro mensaje ha de fortalecerse por mi sobrevivencia a la crucifixión como una gran señal de que la oración es escuchada y de que Dios aprueba nuestro gran movimiento. La filiación con Dios por la fe sigue siendo la verdad salvadora del evangelio del Reino. Debéis salir predicando el amor de Dios y el servicio al prójimo.
-Lo que el mundo necesita, más que nada, es saber que todos los humanos son hijos de Dios; y por la fe pueden realizar y diariamente experimentar esta verdad ennoblecedora. Por la fe todos somos hijos del Espíritu Viviente del Padre Eterno. El evangelio del Reino comprende el amor del Padre y el servicio a sus hijos en la tierra.
-Entre vosotros compartís aquí el conocimiento de que yo he sobrevivido, pero eso no es extraño cuando ponemos nuestra existencia en manos de Dios Padre. Más bien, que vuestro corazón se estremezca por el conocimiento de que mi oración fue escuchada y pude salir vivo de la tumba. Viví mi vida para mostraros cómo vosotros podréis, mediante el servicio amante, tornaros reveladores de Dios a vuestros semejantes; así como amándoos a vosotros y sirviéndoos yo me he tornado revelador de Dios a vosotros.
-He vivido entre vosotros como el Hijo del Hombre, Ungido por Dios para que vosotros, y todos los demás humanos, podáis conocer que de veras sois hijos de Dios. Por lo tanto, id, pues, al mundo predicando este evangelio del reino del cielo a todos los humanos. Amad a vuestros semejantes así como yo os he amado sin discriminación alguna; servid a vuestros semejantes así como yo os he servido. Habéis recibido libremente, dad libremente.    
-No contéis a extraños el milagro de haber salido vivo de la tumba  hasta que yo haya salido al exterior y os envíe, a través de Juan, hijo de Simón Zebedeo, saludos y nuevas instrucciones. El nuevo Maestro en siglos venideros os guiará a una verdad más amplia, y yo iré con vosotros a todo el mundo. Estaré con vosotros siempre. Mi paz os dejo.
--En 1 Corintios 15, 5- 9: Saulo de Tarso, alias Pablo, certifica que Jesús se le apareció (presentó) a los suyos, parientes, apóstoles y seguidores, y que a él se le presentó en una visión, pues era un enemigo de Jesús y de todo el movimiento Reino de Dios, y del cual nunca hizo parte como apóstol; como él mismo lo reconoce con los siguientes términos Textualmente: “…y al tercer día se apareció a Cefas (Simón Pedro), luego a los doce. Después se apareció una vez a más de quinientos hermanos, de los cuales muchos permanecen todavía, y algunos durmieron; luego se apareció a Santiago, luego a todos los apóstoles; y después de todos, como a un aborto, se me apareció también a mí. Porque yo soy el menor de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, pues perseguí a la Iglesia de Dios.”

Despedida final del Maestro en Sidón
Llegaron temprano a desayunar en Sidón. Eran casi las once de la mañana de este jueves 18 de mayo cuando Jesús se reunió para hacer las últimas recomendaciones y despedirse de sus silenciosos, y un tanto confundidos, apóstoles. Jesús se preparaba ahora para decir su último adiós a los pocos apóstoles, hombres y mujeres que pudieron ir a despedirlo antes de su partida a Damasco. Jesús, se sorprendió mucho al ver la asistencia masiva a la reunión de despedida improvisada, especialmente le agradó ver a seguidores de la vecina Tiro, que quisieron ofrecerle una segunda despedida, a tal punto, que nostálgico y emocionado, dijo:
¡Ay de ti, Corazaín! Ay de ti, Betsaida! Porque  si en Tiro y Sidón se hubiera realizado mi obra humanitaria y la escuela para impartir mis enseñanzas con la misma intensidad y frecuencia, hace ya tiempo que nos hubieran apoyado, y andarían predicando el nuevo Reino a muchos pueblos. Así, pues, cuando llegue el juicio habrá más tolerancia para Tiro y Sidón que para vosotras. Y Tú, Cafarnaúm, ¿te elevarás hasta el cielo? No, ¡en el infierno serás precipitada! Pues fue allí donde estuvo el campamento general y el hospital, desde donde se enseñó y se realizó mayor obra humanitaria. (Ver Mateo 11, 21-23)
Y visiblemente emocionado se mezcló en la multitud, y al estar de pie entre ellos, sin que Él les pidiera, se arrodillaron a su alrededor en círculo, y el Maestro dijo:
-Mis queridos asociados y nobles seguidores, quiero que escuchéis una vez más la misión de ir al mundo y predicar este evangelio del Reino. Nuevamente os digo: Así como el Padre me envió al mundo, así os envío yo. Así como yo he revelado al Padre, así revelaréis vosotros el amor divino, no sólo con palabras, sino en vuestra vida diaria.
-Os envío no para que améis las almas de los creyentes y amigos, sino más bien para que améis, sin discriminación alguna a toda la humanidad. No debéis proclamar simplemente las felicidades del cielo, sino también mostrar en vuestra experiencia diaria esas realidades espirituales de la vida divina, puesto que vosotros ya tenéis bastante preparación, como don de Dios, por medio de la predicación y la fe. Cuando tengáis fe, cuando el poder de lo alto, el Espíritu de la verdad, venga sobre vosotros, no ocultaréis vuestra luz tras puertas cerradas. Haréis que toda la humanidad conozca el amor y la misericordia de Dios.
-Por el temor huis ahora de los hechos de una experiencia desagradable, pero cuando hayáis sido bautizados con el Espíritu de la verdad, iréis hacia adelante, gallarda y jubilosamente para encontrar las nuevas experiencias de proclamar la buena nueva de la vida eterna en el reino de Dios.
-Mis queridos apóstoles, podéis quedaros en Galilea por una corta temporada mientras os recobráis del golpe de los últimos acontecimientos.
-Vuestra misión en el mundo se basa en el hecho de que yo viví una vida reveladora de Dios entre vosotros; en la verdad de que nosotros y todos los demás humanos, hombres y mujeres, son hijos de Dios; y consistirá en la vida que vosotros viviréis en la Tierra la experiencia real y viviente de amar a los humanos y servirlos, aun como yo os he amado y servido a vosotros.
-Dejad que la fe revele al mundo vuestra luz; dejad que la revelación de la verdad abra los ojos cegados por la tradición; dejad que vuestro servicio amante destruya efectivamente el prejuicio engendrado por la ignorancia. Acercándoos así a vuestros semejantes en compasiva comprensión y con devoción altruista, los conduciréis al conocimiento salvador del amor del Padre.
-Los judíos alabaron la bondad; los griegos exaltaron la belleza; los hindúes predican la devoción; los lejanos ascetas predican la reverencia; los romanos exigen lealtad; pero yo requiero que todos mis asociados y nobles seguidores, radicados en Tiro y Sidón, asuman una vida de servicio amante para todos los hermanos carnales y espirituales.
-Los reyes de los gentiles gobiernan a éstos con despotismo, y a los considerados como principales autoridades se les llama “bienhechores”. Con vosotros no es así. Que el mayor entre vosotros sea el menor, y que el que da órdenes sea como el que las recibe. ¿Quién es más grande, el que está a la mesa o el que sirve? Sin duda el que está a la mesa. Sin embargo, yo estuve entre vosotros como el que sirve. Vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas, y así como mi padre me ha prometido su Reino, así yo también os prometo ahora a vosotros que comeréis y beberéis a mi mesa en mi Reino; y os sentareis en tronos para gobernar a las doce tribus de Israel.
-¿Volverás pronto Maestro?, -preguntó Pedro
-De veras os digo, -continuó, hay algunos de los aquí presente que no probarán la muerte hasta que hayan visto el Reino de Dios instituido con poder. De veras os digo, no agotareis las ciudades de Israel hasta que vuelva el Hijo del Hombre, Ungido por Dios. Ahora bien, que si es la voluntad de nuestro Padre del cielo que no regrese a Palestina en esta encarnación, nos volveremos a ver en siglos venideros, quizá en otra nación y hablando otra lengua; pero para nuestro Padre del cielo sólo existe el idioma del amor y una sola raza: la humana.
-Más ahora me voy, y nadie de vosotros me preguntará: ¿a dónde vas? Muchas cosas tengo aún que deciros; pero cuando viniere Aquél, el Espíritu de verdad, os guiará hacia la verdad completa, porque no hablará de sí mismo, sino que hablará lo que leyere y oyere, y os comunicará mi vida y obras verdaderas. Él me glorificará, porque tomará todo lo mío y os lo dará a conocer. (Juan 16, 12-14). Las citas bíblicas no las encontrará exactamente igual, serán textos parecidos.
-Si me amáis, guardareis mis mandamientos; yo rogaré al Padre, y os dará otro maestro, otro guía que estará con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad. No os dejaré huérfanos, vendré a vosotros. El que recibe mis preceptos y los guarda, ése es el que me ama; el que me ama a mí será amado de nuestro Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él. El nuevo maestro, el Espíritu de verdad, que el padre enviará en mi nombre, ése os lo enseñará todo y os traeré a la memoria todo lo que yo os he dicho. (Juan 14, 15-26).
-Os echarán de algunas sinagogas, pues llega la hora en que todo el que os quite la vida pensará prestar un servicio a Dios. Y esto lo harán porque no conocieron ni al Padre ni a mí. Pero yo os he dicho estas cosas para que, cuando llegue la hora, os acordéis de ellas y de que yo os las he dicho; esto no lo dije desde el principio porque estaba con vosotros. El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán. (Juan 16, 1-4)
-Vosotros, pues, ahora tenéis tristeza; pero de nuevo os veré, y se alegrará nuestro corazón, y nadie será capaz de quitarnos nuestra alegría. En aquel día todo será tan revelador que os veréis como necios preguntando cosas que debéis recordar, si en verdad eres uno de nosotros.
-En verdad os digo: Cuanto pidiereis al Padre os lo dará en mi nombre. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre, porque estaba con vosotros; pedid y recibiréis, para que sea cumplido vuestro gozo. (Juan 16, 22-24)
-Cuando venga el nuevo maestro que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí, y vosotros daréis también testimonio, porque hemos estado juntos, y cuando nos volvamos a ver en siglos venideros, quienes tengamos el Espíritu de  apóstoles, que quieren vivir y difundir la filiación divina, nos reconoceremos, porque viviremos y predicaremos que todos somos hermanos carnales y espirituales. (Juan 15, 26-27).
-Ahora estoy por despedirme de vosotros; estoy por viajar a otros países. Recordad todo lo que os he enseñado y la vida que he vivido entre vosotros. Mi amor os sobrecogerá, mi espíritu morará con vosotros, y mi paz velará sobre vosotros. Adiós.
Después de hablar así, el Maestro se despidió. Esta despedida no fue, de ninguna manera, diferente de sus otras despedidas durante los cuarenta días de reencuentros con parientes y amigos antes de partir al exterior, simplemente dio la vuelta y caminó sin elevarse al cielo.
Documentales de televisión, documentos históricos, la Biblia, la iglesia católica y prácticamente todas las organizaciones religiosas cristianas están de acuerdo en afirmar que transcurrieron 40 días entre la supuesta resurrección y la supuesta ascensión al cielo en cuerpo y alma; ahora, que si hubiese sido cierto lo de la resurrección en cuerpo astral, ¿para qué iba Jesús a necesitar tanto tiempo para despedirse de los suyos? ¿Sería más bien que Jesús necesitaba recuperarse física y emocionalmente de la crucifixión; sería que consideró importante y necesario despedirse de todos sus asociados y seguidores? ¿Sería más bien que Jesús no quiso tirar por la borda más de tres años de intenso ministerio público?
Desde ese momento en adelante, hasta que los apóstoles fueron dispersados por la  persecución, Santiago Zebedeo fue reconocido como el jefe del cuerpo apostólico. Jesús no le otorgó nunca esa autoridad a Pedro, y sus hermanos apóstoles nunca lo eligieron formalmente para esa  responsabilidad.
De ahí en adelante, la predicación pública se volvió la principal labor de los apóstoles. Después del retorno de todos los asociados a Galilea, Matías, a quien seleccionaron para que tomara el lugar de Judas, fue el tesorero.
Por último dice el autor de este maravilloso libro:

“En el apéndice comparto mis creencia actuales hasta este punto del relato. En la edición de la obra completa se verá toda la documentación veraz que dan cuenta de la vida y muerte a edad avanzada de Jesucristo en la India; y lo que sucedió con el movimiento Reino de Dios en Palestina. También se rescatará todo lo que se sabe de la vida de María Magdalena, María la madre de Jesús, y del fin de los demás personajes importantes involucrados en la vida y obra de Jesucristo.”